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Actualizado: 9 de septiembre de 2025
¡Ah, tía Silda, que buena es usted! yo sin conocerla, siempre me la había figurado así... Yo soy Susana, su sobrinita, que tanto la quiere, porque yo la quiero, tía Silda, mucho, muchísimo; ¡qué alegre estoy! la veo aquí y no lo creo... Es Dios mismo quien le ha inspirado este paso, y su corazón bondadoso: yo siempre rogaba por usted y por el tío Pablo, y pedía en todas mis oraciones que la reconciliación se hiciera, porque no había razón, no había razón... ¿Vendrá también el tío Pablo? hoy es día de fiesta para mí, y eso que debiera estar triste, porque, ¿ve usted tía? estamos de mudanza, los muebles van al remate y nosotros al Frigal... pobres como usted, tía Silda, pobres, después de haber tenido tanto.
Andrés se puso en guardia observando el tonillo zalamero de estas palabras y la risita falsa que las acompañó. Nada de eso. Mis distracciones son idénticas a las de usted y a las de todo el mundo. Vamos, señor, no diga eso por Dios. Ya sabemos que trae a todas las chicas del lugar revueltas con sus palabritas de miel. En particular mi sobrinita Rosa no puede ocultar que está chaladita la pobre.
Un amigo de casa, que nos visita todos los días, D. José María de Malespina, también recibió un ligero rasguño en la mano derecha al ocultarse detrás de un armario. ¿Y las señoras? Oí decir que una sobrinita de la Sra. Marquesa... o sobrinita de Su Excelencia, no estoy bien seguro, había venido de Madrid con objeto de acompañarlas. No contestó Amaranta, mirando al suelo.
Sobrinita díjome atrayéndome a sí, he llegado casi a desear que no se cumplan mis deseos. Le miré asombrada, porque tenía la firme convicción de que no habría visto nada. Contesele con mucha sangre fría, que ignoraba lo que quería decirme, que era muy feliz, y que hacía votos para que todos sus proyectos tuvieran éxito. Me abrazó con cariño y se retiró.
Toma... porque, por muy afectuoso que sea V. con todos, al fin no se interesaría tanto por dos personas que le son casi extrañas, si no fuese por el cariño que tiene V. á su sobrinita, que desea proteger á esas dos personas. Así es la verdad, dijo el Comendador, dejando escapar una mentira oficiosa, á pesar de la teoría del P. Jacinto.
En la iglesia como en la iglesia, y en literatura ancha Castilla». Además, no le gustaba la poesía; prefería las novelas en que se pinta todo a lo vivo, y tal como pasa. «¡Si sabría ella lo que era el mundo! En cuanto a la sobrinita, era indudable que había que cortarle aquellos arranques de falsa piedad novelesca. Para ser literata, además, se necesitaba mucho talento.
No tenía más familia que una sobrinita llamada Irene, de unos nueve o diez años, huérfana de un hermano de García Grande que había sido caballerizo de S. M. Esta era la inseparable amiguita de la niña de Bringas, y por las tardes se las veía, muñeca en mano y merienda en boca, jugando en la terraza o en las partes más claras de aquellas luengas calles cubiertas.
Cuando concluyó, echamos las dos un largo párrafo en la salita; hablamos de Mauricia, de la mucha miseria que hay en este Madrid, y de que gracias a las buenas almas 'como usted' me dijo, se remediaban muchos males. «¿Y la sobrinita, no ha venido? me preguntó . El otro día me prometió unos pantalones de su marido». ¡Ah!, sí recordó Fortunata . No crea usted que lo he olvidado. Ya los aparté.
Con las bocas llenas de insultos, en discordia, en pelea, los guisos y las botellas se despachaban lindamente.... Doña Rebeca, muy amable con Carmen, la llamó sobrinita varias veces y la instó a repetir de algunos platos.
Sí..., yo he visto pasar por esas calles las gorras de pelo de a dos varas de alto... Bien lo decía yo... ¡Mi sobrinita y mi hermana tienen unas cosas...! A ellas solas se les ocurre mandarme con esta comisión, sin reparar que la pierna gotosa no me deja correr. Pero no doy un paso más..., me retiro a casa...; tú te encargarás de llevarlas flores, la carta y el recado... ¿No oíste un tiro?
Palabra del Dia
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