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Actualizado: 1 de mayo de 2025
11 Porque los cuerpos de aquellos animales, la sangre de los cuales es metida por el pecado en el Santuario por el Sumo Sacerdote, son quemados fuera del campamento. 12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo por su propia sangre, padeció fuera de la puerta. 13 Salgamos pues a él fuera del campamento, llevando su vituperio.
Entonces el corrido y avergonzado Pepe de la Esguila montó en cólera de pronto, dejó el instrumento en el suelo, y alzándose del asiento con los ojos encendidos y agitando los puños frente a la cazuela, gritó: ¡Ya te arreglaré en cuanto salgamos, Percebe! ¡Chis, chis! ¡Silencio, silencio! exclamó todo el público. ¡Qué has de arreglar, morral! Anda adelante y toca mejor la trompeta.
Un piano, jubilado por su respetable ancianidad en aquel retiro, fue el que marcó con voz cascada el compás de una mazurca. Como era de esperar, el baile perdió al instante toda gravedad y ceremonia y se convirtió en torbellino de saltos, gritos y risas. Marta, que bailaba con Ricardo, le dijo de pronto: No puedo soportar este calor: ¿quieres que salgamos un poco a tomar el fresco?
Esta noche se muestre el ardimiento Del Numantino acelerado pecho, Y pongase por obra nuestro intento: El enemigo muro sea deshecho, Salgamos á morir á la campaña, Y no como cobardes en estrecho. Bien sé que solo sirve esta hazaña De que á nuestro morir se mude el modo, Que con ella la muerte se acompaña.
Cesemos en esto, señora de mi alma, dijo Cervantes, y procuremos recobrar la serenidad del rostro, no sea que doña Guiomar vuelva y sospeche, y celosa os injurie, y en trance me ponga de hacer lo que no quisiera ni cumpliría a mi honra; y habladme de los sucesos de vuestra vida que relatar os falta, y más que esposos enamorados, parezcamos buenos amigos hasta que de esta casa salgamos, y habiendo pasado por la iglesia, a la pobre mía os lleve.
Salgamos de aquí, señores; son ustedes testigos de lo que aquí ha pasado dijo doña María dirigiéndose a la puerta. Y sin esperar a más, resueltamente y bramando de ira, que expresaba con olímpico fruncimiento de cejas, salió de la sala y de la casa, seguida de los mismos que le habían acompañado, a cuya cola iba D. Paco. Por largo rato reinó profundo silencio en la sala.
31 Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído de los reyes de Israel, que son reyes clementes; pongamos pues ahora sacos en nuestros lomos, y sogas en nuestras cabezas, y salgamos al rey de Israel; por ventura te dará la vida. Y él respondió: Si él vive aún, mi hermano es.
Hízolo así don Quijote, teniendo las riendas a Rocinante hasta que llegase su cansado escudero, el cual, en llegando, le dijo: -Paréceme, señor, que sería acertado irnos a retraer a alguna iglesia; que, según quedó maltrecho aquel con quien os combatistes, no será mucho que den noticia del caso a la Santa Hermandad y nos prendan; y a fe que si lo hacen, que primero que salgamos de la cárcel que nos ha de sudar el hopo.
Salgamos de este mal paso lo más correctamente que sea posible." Al llegar Mauricio á la verja, se abrió el postigo y la señorita Guichard, muy amable, dijo: Entre usted. Le encuentro con mejor salud que la primera vez, por lo que me felicito. Y yo se lo agradezco á usted, porque á sus buenos cuidados lo debo, señora.... Llámeme usted "señorita" dijo Clementina con aire majestuoso.
A todo esto, la hija mayor de la Briffarde, pálida muchachona de unos doce años, estaba repartiendo entre sus hermanos el pan, la carne y unos cuantos coscorrones destinados a reprimir la indiscreta avidez de su apetito, todo esto en medio de un ruido infernal de gritos y llantos. Salgamos me dijo Luciana, sofocada por el hedor de aquella cueva y estremecida de repugnancia.
Palabra del Dia
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