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Actualizado: 11 de junio de 2025
No va, viene dijo una voz ronca. ¡Por el alma de mi abuela! ¿y de dónde venís vos, hermano? Ni sé si del cielo ó si del infierno. Vos, hermano, ya sé que del infierno sois venido, porque San Marcos no debe de haber sido para vos la gloria. Ha venido á ser el purgatorio, Manolillo, hijo. Veo que no habéis olvidado á los amigos.
En aquel momento un golpe terrible sacudió los parapetos de arriba abajo: oyose una voz ronca que gritaba: «¡Ay, Dios mío!» Luego, un ruido sordo a unos cien pasos de distancia, y un abeto se inclinó lentamente y cayó al abismo. Eran los efectos del primer cañonazo; había cortado las piernas al anciano Rochart.
¿Conque comprenden decía con voz ronca, consultando un pasaje de la carta , cuánto me intereso por su majestad la reina? ¿Conque es decir, que en vano he pasado días y noches de afán y de delirio, luchando conmigo mismo? ¿veinticuatro años de esfuerzos inútiles, puesto que esa mujer comprende?... sí, sí; lo dice con seguridad, lo afirma: con esas palabras se dirige á mi conciencia. ¿Lo habrá notado también la reina?
Miranda accionaba, y con voz ronca, estrangulada y tartajosa de rabia, decía, dando al diablo todo su porte cortesano: Fuera de ahí, so tío... so entrometido.... ¿usted que... qué tiene que ver?... Yo la abo... la abofeteo, porque pu... pu... puedo y me da la gana.... Soy su marido. Si no se va usted, le parto por la mitad... le abro en canal....
Pero Lorquin había hablado con sobrada ligereza; después de recorrer doscientos o trescientos pasos por el valle, los cosacos se apretujaron como una bandada de estorninos, describiendo un círculo, y con la lanza en ristre y la cara casi entre las orejas de sus caballos se lanzaron a todo correr contra los guerrilleros, gritando con voz ronca: «¡Hurra, hurra!» Fue un momento terrible.
¿Ónde está la carne? pregunta al cabo, con voz ronca, el pescador. La carne ... tartamudea su mujer, como ya estaba cerrada la tabla cuando fuí á buscarla, no la traje. ¡Mentira!... Yo te di ayer al mediodía dos reales y medio para comprarla, y la tabla no se cierra hasta las cuatro. ¿Ónde tienes el dinero?... ¿El dinero?...; el dinero ... en la faltriquera.
¡Ah! ¡vive Dios! exclamó una voz ronca . Por bien empleado doy el trabajo que me ha costado encontrar la llave en la ropilla de uno de esos alguaciles, á quien el diablo hospeda sin duda en estos momentos en la mejor cámara del infierno. ¡Ah! ¡voto á!... ¿eres tú, Juan de Francisco? dijo Quevedo reconociéndole por la voz. Humilde criado de vuesa merced contestó el matón.
Aurora volvió en sí exhalando gemidos. «No es nada, tía dijo Samaniego . No se asuste usted... Una leve contusión, y el susto correspondiente... ¿Pero no se calla esa salvaje?... A la prevención, a la prevención...». Dejarla; que se vaya... murmuró Aurora con los ojos cerrados. A la cárcel gritaba ronca doña Casta.
La sombra no respondió y Sorege, con el corazón henchido de rabia, hizo un gesto de amenaza y se decidió á bajar lentamente la escalera. El gentleman de los harapos se había vuelto á poner á su limpieza, y al pasar Sorege se llevó la grasienta mano al sombrero y dijo con voz ronca: ¿Busca usted á la joven del departamento amueblado? Ha salido por todo el día...
En cuanto dio algunos pasos sintió un golpe en la espalda y oyó una voz ronca que decía al mismo tiempo: ¡Muere, infame! Se heló en sus venas la sangre y dio un salto hacia atrás. Entre las sombras espesas pudo distinguir un bulto más negro aún.
Palabra del Dia
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