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Una voz lenta, ronca, mate, que no parecía haber sonado en el despacho, voz de ventrílocuo, preguntó: ¿Y , qué piensas hacer... ahora? ¿Yo?... dejar aquella casa, señor... «¿No quiere ser franco? pensó Petra pues que padezca; él vendrá a buscarme donde quiero que me busque». Dejar aquella casa repitió ¿qué he de hacer?

Después se echó a perder, y se le puso la cara dura y hombruna, la voz ronca. Dicen que era el retrato vivo de Bonaparte, y efectivamente... Guillermina miró las láminas napoleónicas, y Fortunata también, reconociendo el parecido. Después la santa se despidió de Severiana, diciéndole que volvería al día siguiente. Le recomendó la paciencia, y tomando el brazo de la de Rubín, se fue con ella.

La sorpresa que le causó la voz ronca de Isidora, y más que la voz oír algunas expresiones que de la boca de ella se escaparon, túvole perplejo y mudo por breve rato. «Te encuentro muy variada; no eres Isidora.

Quizá esto fue motivo de que la turbada forastera, después de dudar un momento, dejase al lado de la puerta, plantada en el polvo, su llamativa sombrilla abierta, y se sentara en el extremo opuesto de un banco inconmensurable. Su voz, al comenzar, era ronca. Me han dicho que se va usted mañana a la bahía, y no podía dejarla marchar sin venir a darle las gracias por su bondad para con mi Tomasito.

Te la he traído y te la entrego... sabes envenenar el alma, Ana; envenena la de esa muchacha y haz de modo que nos sirva bien. Voy por ella. Y se dirigió á la puerta por donde había entrado. Pero al abrirla, se vió tras ella un hombre y se oyó una ronca voz que dijo temblorosa, colérica, rugiente, amenazadora: ¡Atrás! ¡atrás, sargento mayor! ¡ no saldrás de aquí!

El estado de la laringe y del pecho merece mas atencion, y es el orígen de indicaciones preciosas en las personas nerviosas y de constitucion delicada, con voz ronca, tos por la noche generalmente; la tos se presenta algunas veces por accesos de una violencia estraordinaria; su carácter es espasmódico, sostenido ó escitado por una sensacion de ardor, de cosquilleo en la laringe que se hace insoportable y se propaga hasta el estómago; la tos simula á veces á la coqueluche con sensacion de escoriacion en un punto limitado de la laringe, silbido y aflujo de saliva á la boca.

El vinillo, el vinillo... clamaba el Prior, acompañando sus palabras con un puñetazo sobre la mesa, que retumbó como un trueno y ahuyentó á los dos últimos frailes que habían permanecido á la puerta. Y avanzando como energúmeno hacia el quejoso, preguntaba con voz ronca y descompuesta: Vamos, ¡el vino! ¿Qué tiene el vino? Volvió la cara en esto el P. Cándido y se halló solo con el tremendo Prior.

Sus largos cabellos mal trenzados, desaliñados y sin peineta, colgaban hasta el suelo. Calzaba zapatos de seda en chancletas, y llevaba largos pendientes de oro. ¡Cállate, cállate, Ramón! dijo con voz ronca al entrar en la tienda . No me desuelles los oídos.

«Si yo no oliese a colonia, ¡a qué oleríapensó. Pero olvidó enseguida su vergüenza al oír a Serafina que, quedándose muy seria, con la voz algo ronca con que le hablaba siempre en la intimidad de su pasión, le dijo, otra vez, al oído casi: Acércate más, aquí nadie ve nada... ya todos están borrachos.

Aún ha de asomar tres o cuatro veces las narices. Qué, si no puede. Que puede. Verás si todavía echa unas salivillas, como dice el asistente de un primo mío artillero. ¡Chist! Oye, oye cómo aún ronca. Una, dos, tres.... Ahora escupe. Cuatro, cinco, seis... vaya, ya no vuelve; está el pobre muy cansado. Ahora no: ya dio las boqueadas.