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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Si seguía viaje, o me veía obligado a retroceder desde Barranquilla, en la boca del río, o si persistía en remontarlo, corría riesgo de quedar varado en él, sabe Dios qué tiempo, bajo un calor infernal y una plaga de mosquitos capaz de dar fiebre en cinco minutos. Resolví, en consecuencia, descender en La Guayra y comenzar mi tarea por Caracas.
Tomando yo por guía de mi anhelante curiosidad la mirada de Chisco, y sin dejar de oír los ladridos de Canelo apenas metido éste en la covacha, pronto le vi retroceder, pero dando cara al enemigo con las cuatro patas muy abiertas, la cabeza levantada y casi tocando el suelo con el vientre.
Por último, los arqueros y hombres de armas que formaban á derecha é izquierda del lugar donde era más encarnizada la lucha, hicieron un esfuerzo supremo y precipitándose sobre los sitiadores, persiguiéndolos y atacándolos con desesperación, hicieron retroceder un tanto aquella incesante columna enemiga, en la que parecían no hacer mella las incesantes bajas.
Los informes que le había dado D. Juan acerca de la condición poco servicial de D. Jaime Pimentel, no dejaban de mortificarle. Ya, sin embargo, no había modo de retroceder, y lo que convenía por lo pronto era derrotar a D. Paco, aunque para ello fuese menester valerse del candidato menos buscador de turrones, más distraído y peor cultivador de distritos que hubiese en todo el reino.
Para concertarse de nuevo y formar otra vez sus columnas tuvieron que retroceder al otro lado del puente del Herrumblar. Viéndoles en mal estado, se trató de lanzar toda la caballería en su persecución; pero varias de sus piezas, desmontadas por nuestras balas, obstruían el camino, también entorpecido con los espaldones que habían empezado a formar. El sol esparcía ya sus rayos por el horizonte.
De vez en cuando chocaba la barca con algún árbol invisible; conmovíase el bote, como si fuese a estallar, y había que retroceder, dar un rodeo, buscando otro paso. Deslizábanse lentamente por temor a los choques; iban de un lado a otro, evitando los obstáculos, y acabaron por desorientarse, no sabiendo ya a qué lado estaba el río. Por todas partes obscuridad y agua.
La intrepidez de los navíos españoles no tuvo más éxito que el rescate del Santa Ana, pues les cargó el tiempo y tuvieron que retroceder sin poder dar caza a los navíos ingleses que custodiaban al San Juan, al Bahama y al San Ildefonso. Aún distábamos cuatro leguas del término de nuestro viaje cuando los vimos retroceder.
Ya es preciso retroceder, volverse á casa, entre irritado y mohino, no maldiciendo tan alto como el romántico, pero sí haciendo no muy piadosa plegaria para el caballo y el jinete. La vida no es ya tan bella, pero todavía es soportable; la filosofía se va encapotando como el tiempo, pero el sol no ha desaparecido aun.
Al darse cuenta quiso retroceder, y entonces fué cuando vió venir por la acera opuesta al teniente Martínez, en la misma dirección que seguía él momentos antes. Le pareció más alto, más fuerte, como envuelto en un halo de gloria. Su uniforme era el mismo, rapado y envejecido por varios años de guerra, pero el príncipe lo vió enteramente nuevo y con un brillo deslumbrador.
Era visible que, según ella, acababa de cometer otra tontería. No comprendo esos misterios para una cosa tan sencilla... Pero como ya no podía retroceder di a Francisca la carta del señor Baltet diciéndole sencillamente: De mi alma hermana. Entonces será tan mema como tú respondió Francisca, y no es poco decir, mi pobre Magdalena... Leyó y releyó la carta como para pesar sus términos.
Palabra del Dia
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