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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Paz, en el colmo del estupor, miró a Tirso como una fiera. Fue el único momento de aquella escena en que el cura consideró horrible lo que estaba haciendo. Mas era ya absurdo retroceder.
Volviendo á caer con estrépito, flotaba lentamente hasta la extremidad del charco y chocaba contra una orilla, haciéndolo retroceder á la catarata. Símbolo de los desgraciados á quienes persigue el destino inexorable, daba vueltas y más vueltas con la incesante desesperación de una fiera salvaje encerrada en una jaula de hierro.
Extendía las manos como para apoyarse en un punto y retroceder mejor. El espacio iluminado era para él como un inmenso abismo en el cual se suponía próximo a caer. El instinto de conservación obligábale a cerrar los ojos. Excitado por Teodoro, por su padre y los demás de la casa, que sentían la ansiedad más honda, miró de nuevo; pero el temor no disminuía.
Ella mostraba un visible deseo de espantar a las gentes con su atrevimiento, de enterar a todos de esta nueva aventura, que parecía enorgullecerla. Pasaron ante «el banco de los pingüinos» y ante sus vecinas «las potencias hostiles», con repentino malestar de Ojeda, que deseaba retroceder, pero no se atrevía a decirlo.
Al verles hizo un vago gesto, como si hubiese querido retroceder. Pero Adriana se levantó, fue hacia ella, rápidamente, y le oprimió las manos tanto que Laura contuvo un grito. Entonces, con actitud de azoramiento y de lástima, besó una y otra vez aquellas manos, sin alzar los ojos. Daba las espaldas a Julio y seguía sintiendo sus palabras humildes penetrarle en el alma como una larga caricia.
Rafael fue a levantarse también, pero le contuvo otra vez la nerviosa manecita. Tú aquí ordenó la hija del marqués, a hacerme compañía. Deja que se divierta esa gentuza... ¡Pero no me huyas, mala sombra!: parece que te doy miedo. El aperador, al verse libre de la opresión de los vecinos, había hecho retroceder su silla.
Miraba esto Fortunata, cuando de repente... ¡ay, Dios mío!, vio a su marido; era él, Maximiliano, que entraba en la plaza por el arco del 7 de Julio, y tuvo que retroceder saltando más que de prisa, porque el chorro de agua le cortó el paso.
Usted olvida que vivimos lejos de los demás grupos humanos, y este aislamiento nos hace retroceder poco á poco á la vida bárbara. Nuestras pasiones, domesticadas por la existencia en las ciudades, pierden aquí su educación y saltan en libertad. Mucho cuidado con ellas; es peligroso tomarlas con motivo de juego.
La lucha fue silenciosa, encarnizada, mortal. De sus peripecias conservo escaso recuerdo, pero sé que Dechard manejaba la espada tan bien como yo; mejor aún, porque conocía más tretas y golpes secretos, que le permitieron acosarme y hacerme retroceder hasta la reja que guardaba la entrada de la «Escala de Jacob.» Apareció en sus labios una sonrisa y su espada me atravesó el brazo izquierdo.
Así pudo enterarse don Marcelo de que la victoria del Marne no había existido nunca en la realidad: era una invención de los aliados. Los generales alemanes habían creído prudente retroceder, por sus altas previsiones estratégicas, dejando para más adelante la conquista de París, y los franceses no habían hecho mas que ir detrás de sus pasos, ya que les dejaban el terreno libre. Esto era todo.
Palabra del Dia
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