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Actualizado: 8 de julio de 2025


Juzgó, por el contrario, que la joven no había perdido su tiempo y que todavía había que esperar. Se sabe cómo empieza el amor. No se sabe absolutamente de dónde nace la simpatía. Es casi imposible darse cuenta de esos lazos delicados y complejos que ligan repentinamente dos corazones y dos inteligencias en ese sentimiento caprichoso.

La posibilidad que se me ofrecía repentinamente de poder amar sin sacrilegio a la saladísima hermana y de ser amado por ella, fue un rayo de sol que iluminó mi espíritu y lo bañó de alegría.

Otro que no fuese Salabert hubiese dado un brinco al oir semejante atrocidad. El no hizo más que abrir los ojos repentinamente, para dejar caer los párpados otra vez quedando en la misma actitud soñolienta. No me parece mal. ¿De modo que puedo ir? ¡Ya lo creo que puedes ir! Lo que no podrás será entrar. ¿Pues? exclamó ya encrespada la bella. Porque no te recibirían. Amparo se levantó furiosa.

En su vida, triste, monótona, sólo la religión, el pensamiento de Dios, la promesa de la inmortalidad, de otro mundo más justo y más hermoso endulzaba un poco el amargor de las horas. Y he aquí que repentinamente desconfiaba de esta dulce promesa, dudaba de las verdades todas de la religión, hasta de la existencia de Dios.

Matildita revoloteaba como un jilguero asustado; los criados iban y venían con botellitas y frascos entre las manos. Pregunté lo que pasaba, y me enteraron de que la señora de Torres se había puesto enferma repentinamente; un ataque al corazón, decían. ¡Estaba tan gruesa! Fui a su habitación y me dijeron que estaba dentro el médico.

¡, , huyamos! exclamó Elena apretando sus labios con frenesí contra los de su esposo. Pero repentinamente quedó inmóvil con los ojos extáticos. ¿Y Clara que llega mañana? ¿Clara? preguntó Reynoso en el colmo de la sorpresa. Entonces su esposa le dio cuenta de la desgracia que sobre aquélla pesaba y de la firme resolución que había manifestado de alejarse para siempre de su marido.

Pero una reflexión lo contuvo. Tomó un sobre nuevo de su bufete y colocole en él. Repentinamente había sido asaltado por una extraña curiosidad; quería saber si su mujer contestaba, y lo que contestaría.

A esto añadian los soldados, incitados por Pagador, se persuadiesen era cierta la conjuracion: los unos afirmaban que el corregidor tenia prevenida una mina para volarlos repentinamente, otros gritaban que no habia que dudar, porque tenia arrimadas escaleras para asaltarlos de improviso por el corral de su casa.

Fernando celebraba su encuentro con Mina, como si ésta le trajese la felicidad. Estrechó entre sus dos manos la diestra que le tendía la alemana, y ella, con cierta emoción por las efusivas palabras, volvía sus ojos a todos lados, extrañándose de verle solo, creyendo que iba a aparecer repentinamente la esbelta silueta y el cigarrillo encendido de la norteamericana.

Demasiado sabía que la oveja no se le había de entregar de buenas a primeras, que iba a encontrarse con un hombre avisado, erudito, a quien no se atraería con cuatro lugares comunes. Entonces, ¿por qué abatirse repentinamente? ¿Por qué darse por vencido sin luchar? El P. Gil se confesó, con su habitual y sincera modestia, que no estaba preparado para este combate.

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