Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 8 de julio de 2025


En uno de sus desperezos de cansancio, Gillespie había juntado las dos piernas, colocándolas casualmente, con geométrica exactitud, sobre las dos ventanas, lo que creó repentinamente la noche en el interior del salón, precisamente al mismo tiempo que el poeta invocaba la salida del sol.

En fin, hacia la media noche, me invadió una somnolencia irresistible y me dormí con la frente apoyada sobre la mano. Repentinamente fuí despertado por no qué lúgubres estremecimientos; levanté los ojos y sentí pasar un escalofrío por la médula de mis huesos.

El hombrecito de los velos blancos tuvo que callar repentinamente para afirmarse sobre sus pies y no caer de una altura tan enorme. La mano de Gillespie había temblado con la emoción de la sorpresa. El pigmeo que tenía junto á sus ojos presentaba una rara semejanza con su propia persona.

La sobreexcitación de las últimas semanas desapareció repentinamente, como barrida de golpe, y dejó el lugar a ese abatimiento desesperado que, ya una vez antes de la venida de Roberto, la había convertido en una sombra: nuevamente se enflaqueció, y dos surcos profundos se abrieron en torno de sus ojos, otra vez tuvo que recurrir a las gotas de valeriana en los momentos frecuentes en que se retorcía en crisis dolorosas, otra vez también le había vuelto ese perpetuo deseo de llorar que, a la menor ocasión, se daba curso en torrentes de lágrimas.

Por otra parte, don Cristóbal, padre de aquel ángel travieso y juguetón, quedó repentinamente en posición tan falsa que quiso volverse loco. Luchaba su amor de padre ruda batalla con el odio a la milicia.

Al ruido de las aguas de la mina se mezcla á veces el sordo rumor de las aguas exteriores que un desgraciado golpe de pico puede hacer inundar repentinamente la galería.

Pue falleció repentinamente, y esos escritos, que probablemente conservaba en su bufete oficial, nunca llegaron á manos de sus herederos, por suponerse que tal vez se referían á asuntos del servicio de la Aduana.

Ello es que eché un sueño, y cuando me desperté sobresaltado y miré el reloj eran más de las nueve y media. Me puse el sombrero y salí corriendo; pero cuando puse el pie en la calle y se me ofreció repentinamente a la imaginación la bofetada del Naranjero y el peligro que corría, volvime y a toda prisa cambié de traje y de sombrero.

El señor de Sieboldt había muerto repentinamente aquella noche. No quise detenerme más y aquella misma tarde salí de Munich sin ánimo para perturbar toda aquella desolación nada más que por un antojo literario, y por esta causa no pude saber de la maravillosa tragedia japonesa más que el título: ¡El Emperador ciego!

Debajo de uno de ellos creyó percibir un bulto que se movía y saltó a los prados, temiendo tropezarse con alguien que le conociese. Miró por encima de la paredilla y vió una vaca acostada rumiando tranquilamente. Más allá, al pasar por delante de la casa de un labrador, se abrió repentinamente una ventana y apareció el bulto de una mujer.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando