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Actualizado: 8 de junio de 2025
Este hombre privilegiado, semejante a un dios, no podía ser otro que don Laureano Romadonga. Iba acompañado de una joven con mantón y pañuelo a la cabeza. ¿Has visto? Sí. ¿Esa joven es la del café? Me parece que sí. ¡No obstante, como ese hombre trae tantos líos!... El mismo D. Laureano, entrando repentinamente en el gabinete, vino a sacarlos de dudas.
Los criados de la casa, a quienes impacientemente preguntaba por Inés, no sabían o no querían darme noticia alguna. Pero un día, precisamente el 1.º de julio, cambió repentinamente la situación de mi espíritu. Atiendan ustedes, que esto es de suma importancia. Por fin, tras larga espera, llegó el ejército del general Castaños, y al anochecer debía partir para el Carpio.
Los Borbones dijo la señorita de Porhoet, metiendo repetidas veces su aguja de tejer en su rubia peluca los Borbones son de buena nobleza, pero tomando repentinamente un aire modesto hay mejores añadió. Por lo demás, es imposible no inclinarse ante esta vieja niña, tan augusta, que lleva con una dignidad sin igual la triple y pesada majestad del nacimiento, de la edad y de la desgracia.
Tomás soltó una carcajada estrepitosa. Acostumbrado a la salidas originales de su hija, pensó que ésta era una de ellas y la encontró muy chistosa. No se ría, padre, no se ría, que lo digo como hay Dios en los cielos; que no quiero. El aldeano cortó repentinamente el hilo de su risa y se quedó extático mirándola. Vaya, vaya, chica... ¡qué me estás ahí cantando! Que no quiero.
Pero habiendo vuelto la cabeza Antonio y habiéndose encontrado sus miradas, el humor de la joven cambió repentinamente. Empezó á responder con amabilidad á su antiguo amante, á mirarle cara á cara y hasta á inclinarse hacia él, á mostrarse jovial y locuaz, demasiado locuaz para que no se advirtiese el esfuerzo sobre sí misma. Velázquez se hallaba en el séptimo cielo.
Algo me decía que aquella parisiense de la calle de Juan Jacobo, al caer en mi mesa tan repentinamente y tan temprano, iba a hacerme perder toda la mañana. No me había equivocado, como pueden juzgar ustedes mismos. Decía así: * «Amigo mío: Necesito que me hagas un favor.
De ambos se había apoderado un suave enternecimiento; de Pepa por haber hallado a su yerno tan dócil; éste por ver a su suegra tan cariñosa y transigente, creyendo encontrarla hecha una furia. Animado con su éxito, acariciado por aquella dulce confianza que repentinamente se estableció entre ellos, no cesaba de piropearla.
Nada de extraño fue, pues, que por fin Carolina cesara repentinamente a la mitad de sus infantiles confidencias, para echar sus bracitos en torno del cuello de la pobre mujer, y suplicándola que no llorase pues se ponía triste.
La mañana en que la encontró casualmente cerca del mercado, creyó morir de vergüenza; le temblaron las piernas, vio que la calle se obscurecía como si repentinamente llegase la noche. Había desaparecido ella, y todavía le zumbaban los oídos y buscaba apoyarse en algo, como si el suelo se balanceara bajo sus pies.
11 que os es nacido hoy Salvador, que es Cristo, el Señor, en la ciudad de David. 13 Y repentinamente hubo con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan a Dios, y decían: 14 Gloria en las alturas a Dios, Y en la tierra paz, y en el hombre buena voluntad.
Palabra del Dia
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