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Actualizado: 8 de julio de 2025


Esto le hizo creer que estaba protestando de la ceremonia presente, de que el pobre gigante hubiese sido conducido á la capital; en una palabra, de todo lo hecho por el Consejo Ejecutivo y de cuanto pensase hacer. Pero las observaciones del profesor fueron interrumpidas repentinamente por el principio de la ceremonia.

Al oir este nombre la cara de la señora de Campistrón cambió repentinamente, sus mejillas se hincharon, su barbilla se hizo saliente, sus cejas pintadas su juntaron, marcando en su frente una barrera fomidable, dió una fuerte palmada y dijo con voz amarga: ¡Ah! ¡Jenny Hawkins! ¡Hacía mucho tiempo que no oía hablar de tal persona! ¡Jenny Hawkins!

Algunas de ellas sólo tienen una existencia temporal; después de haber manado durante cierto número de horas, se secan repentinamente; los pequeños saltos de agua cesan de susurrar, las paredes de su balsita se secan y las hierbas que humedecía se doblan lánguidamente.

No se ría usted tan fuerte, D. Melchor, que puede saltarle la dentadura dijo la joven, por cuyos ojos pasó un relámpago de cólera. El P. Melchor cesó de reír repentinamente.

Desde entonces he tenido ocasión de ver, en otro clima distinto al de Francia, cómo disminuye la hostilidad repentinamente entre enemigos que acaban de despojarse de sus vestidos, con los cuales han adquirido la costumbre de verse y odiarse.

En poco más de tres horas alcanzaron el Sotillo, que dormía el sueño profundo y tranquilo del labriego. Ladraron los perros furiosos, pero al oír la voz del cochero se amansaron repentinamente. Elena subió a las habitaciones de su marido. Este al sentir el ruido del coche y los ladridos de los perros se había vestido apresuradamente.

En los abruptos declives no se ahondarán repentinamente profundos barrancos, y las praderas del valle no desaparecerán bajo los amontonamientos de piedras y troncos arrastrados desde las laderas.

Se siente una especie de vértigo al ver aparecer repentinamente y esconderse al instante entre nubes de niebla y humo, ó detras de algunas colinas cubiertas de quíntas, pequeñas villas en una serie que parece interminable.

Las luces de la ciudad se reflejaban trémulas en el dormido seno del Adour. ¡Cómo brillan las estrellas! exclamó Lucía. Y tirando repentinamente del brazo a Artegui para que se detuviese: ¿Cuál es preguntó aquella que brilla tanto? Se llama Júpiter. Es un planeta de nuestro sistema. ¡Qué bonita y qué resplandeciente!

Lo que proyectaban era precipitarse sobre repentinamente durante mi conversación con ellos. Déjenme ustedes meditar su promesa unos instantes añadí, pareciéndome oír burlona risa al otro lado de la puerta. Póngase usted ahí, contra la pared, fuera del alcance de los revólvers murmuré dirigiéndome a Antonieta. ¿Qué va usted a hacer? preguntó alarmada. Ya lo verá usted.

Palabra del Dia

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