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Yo creo que nuestra vanidad no debe hacernos perder la cabeza, si queremos reparar en su equívoca calidad.

Llegó al fin un punto en que, no habiendo habido hombre que en él reparar me hiciese, y por el que en nada mi malaventura del alma se aliviase, mi padre llegó al fin y remate de su hacienda, y no rindiéndose aún y esperando siempre el ave-fénix que conmigo había de casarse, pidió dinero prestado, que cuando los plazos se cumplieron no pudo pagar; de modo que, conocida la pobreza de mi padre, nadie fue osado a prestarle un solo maravedí; más bien los acreedores embargáronle cuanto en la casa había: muebles, tapices, carroza, y aun la misma ropa y alhajas de mi madre y mías; y como mi padre se viese en medio de la calle con mi madre y conmigo, sin poder volver a nuestro pueblo, porque en él nada nos quedaba, y sin tener otro refugio que la pobre casa de un fiel criado que de nuestras bien merecidas desdichas condoliose, enfermó, y de tal y tan grave manera, que al hospital de San Juan de Dios fue necesario conducirle; que el criado que nos amparaba no tenía fuerzas para otra cosa; y allí el desgraciado, perdida ya toda esperanza, comido del remordimiento de la miseria en que a mi madre y a nos había puesto, muriose, y de caridad le enterraron no lejos del sitio en que esta mañana fue sepultada mi desventurada madre, en ese cementerio del Salvador, adonde vos, movido a compasión por mi desgracia y mi soledad, me seguisteis.

Lázaro acababa de acostarse en la suya, tratando de reparar las fuerzas perdidas; su tío velaba sentado en el sillón de vaqueta que junto á la cama tenía, y se ocupaba en hojear unos papeles, leyendo á ratos y escribiendo un poco algunas veces. De repente el viejo se volvía; miraba á su sobrino, que no podía librarse de cierto temor cuando veía, dirigidos hacia él aquellos dos ojos de lechuzo.

Mi verdadero pensamiento voy a decírselo a usted; nuestra cristalería es única, porque de ella salen obras admirables; pero usted sabe mejor que nadie lo que nos cuestan las tentativas de arte, a causa de los numerosos ensayos que exigen. Antes de llegar a la meta, hacemos grandes desembolsos, que nos vemos obligados a reparar subiendo el precio de la venta.

¿Creéis que Lerma dejará sin castigo á quien le ha estropeado á su favorito? no os hablo de , que importa poco... pero él... él, que ha alcanzado gracia á vuestros ojos. Me pedís un martirio. Sed mártir, si queréis la gloria. ¡Me pedís que, amando á un hombre, sea querida de otro! exclamó profundamente la Dorotea. Necesitáis reparar el daño que habéis hecho. ¡Yo!

El Cojuelo le respondió: Don Cleofás, nuestra caída fué tan apriesa, que no nos dejó reparar en nada; y a fee que si Lucifer no se hubiera traído tras de la tercera parte de las estrellas , como repiten tantas veces en los autos del Corpus, aun hubiera más en que haceros más garatusas la Astrología.

Bebe como un mosquito, y cuando tiene la tajá, la toma con los guardas, y quiere irse al Pardo para matar cara a cara al que asesinó a Puesto en ama. Le habéis puesto de un modo, que el día menos pensado hará una barbaridad. Maltrana se conmovió con hondo remordimiento al pensar en el daño causado a aquel amigo. Sintió vehementes anhelos de reparar su falta.

Esperaba que su afecto a Juan llenaría quizás el hueco atroz que había dejado en él la muerte del otro; era preciso reparar beneficiando al hermano que quedaba, el mal que había hecho al que ya no existía. Juan era entonces un lindo muchachito de cinco años, sabía ponerse ya los calzones, e iban a comprarle en la próxima feria el primer par de zapatos.

Amor y cita, y cita a la media noche, dijo Cigarral, si no me mienten estos jeroglíficos amorosos; y diciendo esto, tomando con maligna reverencia de boca del gozque aquel billete no escrito, le puso en manos de don Lope, quien no reparó o quiso no reparar en las socarronerías de aquella buena maula, ansiando por ver la noche rayar en lo más alto de su carrera.

Y el abogado miraba á Aresti con superioridad, seguro de haberle aplastado con estos argumentos aprendidos en Deusto, sin reparar en que, por defender á sus maestros, atacaba á Sánchez Morueta. El doctor sentíase irritado por el aire de triunfador que tomaba el joven ante las dos mujeres, las cuales parecían admiradas de sus palabras.