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-Mándote yo -dijo Sancho-, pobre doncella, mándote, digo, mala ventura, pues las has habido con una alma de esparto y con un corazón de encina. ¡A fee que si las hubieras conmigo, que otro gallo te cantara! Acabóse la plática, vistióse don Quijote, comió con los duques, y partióse aquella tarde. Capítulo LXXI. De lo que a don Quijote le sucedió con su escudero Sancho yendo a su aldea

Si no, díganme: ¿cuántas historias están llenas destas maravillas? ¡Había, en hora mala para , que no quiero decir para otro, de vivir hoy el famoso don Belianís, o alguno de los del inumerable linaje de Amadís de Gaula; que si alguno déstos hoy viviera y con el Turco se afrontara, a fee que no le arrendara la ganancia!

»Con esta buena fee, el buen capellán pidió al retor mandase dar los vestidos con que allí había entrado el licenciado; volvió a decir el retor que mirase lo que hacía, porque, sin duda alguna, el licenciado aún se estaba loco. No sirvieron de nada para con el capellán las prevenciones y advertimientos del retor para que dejase de llevarle; obedeció el retor, viendo ser orden del arzobispo; pusieron al licenciado sus vestidos, que eran nuevos y decentes, y, como él se vio vestido de cuerdo y desnudo de loco, suplicó al capellán que por caridad le diese licencia para ir a despedirse de sus compañeros los locos. El capellán dijo que él le quería acompañar y ver los locos que en la casa había. Subieron, en efeto, y con ellos algunos que se hallaron presentes; y, llegado el licenciado a una jaula adonde estaba un loco furioso, aunque entonces sosegado y quieto, le dijo: ''Hermano mío, mire si me manda algo, que me voy a mi casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio: ya estoy sano y cuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en

Por auersele librado los 250 ducados dellos conforme á su asiento y por hauer cumplido con su obligación y concierto se le libraron los 50 ducados Restante en virtud de una fee de Mateo de uilla Real escribano de comisiones que va con la libranza y de los acuerdos de su señoría. Referidos en otras partidas deste quaderno

-Socarrón sois, Sancho -respondió don Quijote-. A fee que no os falta memoria cuando vos queréis tenerla. -Cuando yo quisiese olvidarme de los garrotazos que me han dado -dijo Sancho-, no lo consentirán los cardenales, que aún se están frescos en las costillas.

El Cojuelo le respondió: Don Cleofás, nuestra caída fué tan apriesa, que no nos dejó reparar en nada; y a fee que si Lucifer no se hubiera traído tras de la tercera parte de las estrellas , como repiten tantas veces en los autos del Corpus, aun hubiera más en que haceros más garatusas la Astrología.

»Inmediatamente se hizo el juramento de defender N.ª S.ta Fée Católica y lo anexo á él por el Ill.mo Sr.

-También pudieran callarlos por equidad -dijo don Quijote-, pues las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia no hay para qué escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia. A fee que no fue tan piadoso Eneas como Virgilio le pinta, ni tan prudente Ulises como le describe Homero.

-En fee de esa promesa -respondió don Antonio-, quiero poner a vuestra merced en admiración con lo que viere y oyere, y darme a algún alivio de la pena que me causa no tener con quien comunicar mis secretos, que no son para fiarse de todos. Suspenso estaba don Quijote, esperando en qué habían de parar tantas prevenciones.

Salióse en esto Teresa fuera de casa, con las cartas, y con la sarta al cuello, y iba tañendo en las cartas como si fuera en un pandero; y, encontrándose acaso con el cura y Sansón Carrasco, comenzó a bailar y a decir: ¡A fee que agora que no hay pariente pobre! ¡Gobiernito tenemos! ¡No, sino tómese conmigo la más pintada hidalga, que yo la pondré como nueva!