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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Como él tiene instrucción y yo... algo entiendo de ciertas cosas, discutimos sobre la cuestión A o la cuestión B. Yo le aprieto de firme y él se defiende con retóricas... Vamos, vamos a concluir esto dijo Melchor con impaciencia . Tenemos que de los veinticuatro mil billetes quedan sin vender y a beneficio de la Administración seis mil quinientos...».
Sucedió, pues, que la mañana de un día que volvían a Madrid a coger la garrama con las demás gitanillas, en un valle pequeño que está obra de quinientos pasos antes que se llegue a la villa, vieron un mancebo gallardo y ricamente aderezado de camino. La espada y daga que traía eran, como decirse suele, una ascua de oro; sombrero con rico cintillo y con plumas de diversas colores adornado.
Esperad... esperad, que el negocio lo merece repuso el señor Gabriel con gran calma . Recordad; yo pido al tío Manolillo esta tarde mil y quinientos doblones por la vida de un hombre principal, que sé de seguro que es don Rodrigo Calderón; don Rodrigo Calderón tiene unas cartas de la reina que la comprometen, y esta noche va á casa de la señora María á pedir mil y quinientos doblones una dama, que aunque no la conocemos, debe ser principalísima. ¿No creéis que debe meditarse esto, señor Francisco? ¿No creéis que en esto danzan las cartas, la reina y el tío Manolillo, y tal vez la reina en persona...?
Un pueblo apreciable, en la costa más encantadora que se conoce, practica una extraña fiesta: reúnense allí quinientos ó seiscientos atunes para quitarles la vida á todos en un mismo día. En un vasto recinto de barcas, la larga red, la almadraba dividida en varios compartimientos, levantada por cabrestantes, hácelos llegar pausadamente y meter en el cuarto de la muerte.
El joven la vió sacar de un pedazo de periódico, enrollados, los billetes, que puso sobre la mesa de pino que, en aquella primera habitación, llenaba, mal que mal, las funciones de escritorio: quinientos, seiscientos, mil, mil quinientos, ochocientos, dos mil, dos mil doscientos... Silencio. La tía, radiante, contemplaba el depósito; Quilito, turbado, miraba a la tía.
Era bastante rica para no desear el aumento de su fortuna; hay poca diferencia entre un millón de beneficios y quinientos mil francos de renta; algunos caballos más en las caballerizas, algunos lacayos más a la entrada, no añaden casi nada a la felicidad del dueño. Lo que la había halagado durante algún tiempo, era un nombre ilustre que pasear por el mundo.
Y malo sería que cuando cada quisque tiene la mano en la garganta del vecino y cada baroncillo marcha al frente de su mesnada contra el primero que se le ponga en el camino, no tuvieran medios de ganarse la vida en aquel río revuelto los quinientos arqueros ingleses que forman la invencible Guardia Blanca.
Pues nada más fácil, querido doctor observó sonriendo Esteven, ponga en la misma mesa a Jacintito, y le dará conversación al sordo-mudo, y así no se aburrirá. El país no se ha de hundir por eso. Le pondremos, amigo; muerto por mil, muerto por mil quinientos. Que venga su hijo, y si no quiere venir, que no venga; yo daré orden al Habilitado que le entreguen trescientos pesos todos los meses.
¿Cuánto costará una provisión de capitán de la guardia española? dijo fray Luis quemando impasiblemente la carta de la reina á la luz del velón. Cabalmente está vacante la tercera compañía. Pero, ¡bah! ¡hay tantos pretendientes! ¡Cuánto! ¡cuánto! Lo menos, lo menos quinientos ducados.
Todos los que ella había conocido hasta entonces lo tenían en abundancia, o al menos jamás se preocupaban visiblemente de su carestía. ¡Un hombre sin dinero!... Le parecía inaudita esta revelación, y miró a Ojeda como si acabase de descubrir en él nuevos encantos y perfecciones. Ella tenía dinero para los dos. Ignoraba cuánto: tal vez mil quinientos marcos.
Palabra del Dia
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