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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Sí, señora, el rey; y por cierto que te le hemos puesto blando como un guante; el padre Aliaga, que es muy amigo tuyo y muy bendito hombre, y yo, que soy un loco muy hombre de bien: conque hermana reina, quédese en paz y créame, y déjeme ir, y sobre todo, los mil y quinientos... y cuenta que no los das por la vida de don Rodrigo, sino por la tuya.
Tendreys particular cuydado de que mugeres no representen en las dichas comedias, poniendoles las penas que os pareciere, aperciviendoles que haciendo lo contrario se executará en ellas. De Madrid á cinco de setiembre de mil y quinientos y noventa y seys años.
Hace dos mil quinientos años era ya famoso en Grecia el poema de la Ilíada. Unos dicen que lo compuso Homero, el poeta ciego de la barba de rizos, que andaba de pueblo en pueblo cantando sus versos al compás de la lira, como hacían los aedas de entonces. Otros dicen que no hubo Homero, sino que el poema lo fueron componiendo diferentes cantores.
Esto tambien lo tengo por falso, porque parece imposible que en quince dias que Berenguer se detuvo en Galípoli, después que se declaró por enemigo del Imperio, llamáse á los turcos que estaban en Asia, y se concertase con ellos, y se juntasen mil y quinientos caballos, y se embarcasen, y viniesen á prestarle juramento de fidelidad; que son cosas que aunque se hicieran con suma presteza, no pudieran concluirse en quince dias.
Se cogió entre los dedos el labio inferior, y moviendo la cabeza y hundiendo la barba en el pecho, metía los ojos debajo de las cejas. «En fin..., yo hablaré con Rodríguez... Es amigo mío..., buena persona. ¡Dos mil quinientos! murmuró la joven ensimismada en sus cálculos, como un calenturiento sumergido en el doloroso caos de su estupor febril. Veremos... Quizás se pueda...
Solamente el arriero costaba al pie de quince duros aunque era de su obligación mantenernos á su costa durante el viaje; y la estancia anual en Salamanca no nos bajaba á cada uno, con ropa limpia y derechos de Universidad, de mil quinientos á dos mil reales.
Y como él y Lorenzo Fréitas coincidían en la opinión de que cada grado de la esfera tenía por el ecuador o por su anchura máxima quinientos estadios, cuando se creyeron en la parte opuesta del meridiano de Lisboa, creyeron también que distaban noventa mil estadios de dicha ciudad, y que todavía, sin contar los rodeos que tendrían que dar, necesitaban navegar otros noventa mil estadios para volver a la patria.
Ni una sola vez se volvió y en el camino polvoriento, su silueta se destacaba visible á quinientos pasos de distancia. Volvió hacia la derecha; tomó un sendero de travesía que conducía al bosque y una vez llegado á la espesura, se sentó, con el álbum sobre las rodillas y permaneció más de una hora sin moverse, como si esperase á alguien, pero nadie llegó.
Sueño con dar un golpe; ganar en dos ó tres días quinientos mil francos ó un millón. ¡Qué alegría la mía cuando llego del Casino con unos miles de francos! «Para enviarle paquetes... para que mi pobrecito coma.» Escribo á los proveedores ó busco yo misma, acordándome de las cosas que más le gustaban.
Cuantos han estado en el Norte, aun los que no intentaron atravesar el paso, después de contemplar el Spitzberg la impresión no se les borra tan fácilmente de la memoria. Aquella masa de picos, de cordilleras, de precipicios, muro de cristal de cuatro mil quinientos pies en longitud, es como una aparición en medio del mar sombrío.
Palabra del Dia
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