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Con carbón vegetal se le puede pintar, porque el carbón de piedra no pinta, sino el otro, el que se hace quemando debajo de una pila de tierra la madera de los árboles. O con un pincel mojado en tinta se puede dibujar también el burro, porque no hay que pintar de negro la figura toda, sino las líneas de afuera, el contorno no más. Se pinta todo el burro, menos la cola.

Sonrióse el fiel escudero, ofreció al barón escribirle en un santiamén cuantas cartas quisiese y poco tardó en quedar firmada y sellada la en que el caballero refería ligeramente los principales episodios de su viaje, el encuentro con los piratas, la desgraciada muerte del joven escudero Froilán de Roda, su presentación en la corte y cómo se proponía salir sin tardanza para Montaubán, donde el resto de la famosa Guardia Blanca de su mando entretenía sus ocios quemando y saqueando.

Eran los Reyes Magos los que poseían el privilegio de deshacer estos conjuros perversos. Necesitaba purificar su «villa», fumigar todas las habitaciones donde hubiese entrado «la Generala», quemando en una cazoleta oro, incienso y mirra, los tres presentes de los monarcas viajeros. Oro no lo había: estaba oculto con motivo de la guerra; pero, según la marquesa-bruja, era lo mismo quemar trigo.

Observó con el rabillo del ojo a su doncella, y cuando la vio más absorta en la contemplación de los fuegos que se estaban quemando, maniobró hábilmente y se alejó de ella ocultándose entre la gente. Una vez sola, se detuvo otra vez.

Pero creo tanto en eso como en las predicciones de nuestro piloto que, quemando sal y pólvora de cañón, se imagina adivinar el tiempo que hará por el color de la llama. ¡Tonterías! yo no creo más que en la hoja de mi puñal o en el gatillo de mi pistola, y cuando digo a mi enemigo: «¡Morirásel hierro o el plomo cumplen mejor mi profecía que todas las... ¡Silencio! dijo Ivona.

Y terminada la revolución, al verse vencedores los enemigos de la tiranía, se dieron buena prisa en acabar con el «triste Chactas», pasándolo a cuchillo en muchos países de nuestra América, quemando sus tolderías, repartiéndose a sus hijos, o mezclándolo en las luchas civiles para que fuese carne de cañón. Otra vez volvieron a hablar de los primeros conquistadores.

¿Cuánto costará una provisión de capitán de la guardia española? dijo fray Luis quemando impasiblemente la carta de la reina á la luz del velón. Cabalmente está vacante la tercera compañía. Pero, ¡bah! ¡hay tantos pretendientes! ¡Cuánto! ¡cuánto! Lo menos, lo menos quinientos ducados.

Es hermoso ver eso, y parece que está uno en las entrañas de la tierra, allá donde está el fuego como el mar, que rebosa a veces y quiere salir, que es cuando hay terremotos, y cuando echan humo y agua caliente y cenizas y lava los volcanes, como si se estuviera quemando por adentro el mundo. Eso parece el taller de platería cuando están derritiendo el metal.

Es verdad que á nuestros pobres envilecían los mismos privilegios que hacían odiosos á los ricos; pero ustedes, quemando con la luz que han dado á los primeros las prerrogativas de los segundos y dejando las fortunas como estaban, han hecho pobres orgullosos, y ricos que á ciencia y conciencia son sordos á la voz del infortunio, y ciegos al aspecto de la miseria.... ¡Luces, ilustración!...; todo estaría bien si á su claridad hallase pan el hambriento y abrigo el que tirita de frío; pero, desgraciadamente, la tan decantada luz sólo sirve para hacer más patentes la miseria y la opulencia, y más insoportable para el pobre este eterno contraste.... Si esto es una preocupación mía, que lo diga la historia política y social de Europa de algunos años á esta parte.

Lo de que fuesen bandidos ó no lo fuesen quedaba reservado á la apreciación siempre divergente de los gobernantes y de sus enemigos; pero lo cierto era que los que corrían montes y campos, haciendo saltar trenes con dinamita, quemando poblaciones, fusilando prisioneros y llevándose mujeres, habían convivido como camaradas de armas con los mismos que marchaban ahora en su persecución.