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No le impidió esto ponerse en camino á la temprana hora que había fijado la víspera, y dejando en Aiguillón el curso del Garona, tomó con sus cuatro acompañantes por la orilla del Lot, no ya en dirección de Montaubán sino de Villafranca, por donde, según noticias recogidas en el camino, andaban sueltos unos arqueros ingleses más malos que Caín y que desde luego supuso eran los mismos á quienes buscaba y de quienes era capitán.

La Marianne, de Tristan, 1636, de El mayor monstruo los celos, de Calderón. L'hôpital des fous, de Reys, 1635, de El hospital en que cura amor de amor la locura, de Diego de Torres. Zénobie, reine d'Arménie, de Montauban, de La gran Zenobia, de Calderón. L'inconnue ou l'esprit follet, de Boisrobert, no de La dama duende, de Calderón, sino de Casa con dos puertas.

Sonrióse el fiel escudero, ofreció al barón escribirle en un santiamén cuantas cartas quisiese y poco tardó en quedar firmada y sellada la en que el caballero refería ligeramente los principales episodios de su viaje, el encuentro con los piratas, la desgraciada muerte del joven escudero Froilán de Roda, su presentación en la corte y cómo se proponía salir sin tardanza para Montaubán, donde el resto de la famosa Guardia Blanca de su mando entretenía sus ocios quemando y saqueando.

Entró Roger en la habitación y quedó atónito al ver que de un fuerte garfio de hierro pendiente del techo colgaba un hombrecillo que era quien tan desaforadamente gritaba. El garfio lo tenía sujeto por el cinto y el infeliz manoteaba y perneaba como un poseído. ¡À moi, mes amis! seguía berreando, cárdeno el rostro. ¡Favor al campeón del Obispo de Montaubán! ¡À moi!

Sir Oliver se encargaba de mandar los doscientos hombres de Morel y conducirlos á Dax en unión de sus cincuenta ganapanes, mientras el barón anticipaba su salida de Burdeos para dirigirse á Montaubán, tomar el mando del resto de la Guardia Blanca que por allí merodeaba y reunirse al grueso del ejército en Dax antes de que el príncipe emprendiese la marcha con dirección á España.

Aprovechando el permiso, describió el doncel lo que por modestia callaba el barón, la gloria alcanzada por éste en combates y justas; aseguró á la castellana de Morel que la salud del barón era inmejorable, que todavía quedaban en la escarcela confiada á su guarda muy buenos ducados y durarían hasta llegar él con su señor á Montaubán, y por último rogaba á la baronesa que aceptase sus respetos y se sirviese presentárselos muy rendidos á su hija la sin par Constanza.

Al oir hace poco á un vecino de Montaubán, que nos refería los saqueos y depredaciones de esos foragidos, hice voto de castigar duramente al que en realidad los manda hoy. Vos y el señor de Butrón quedáis invitados á mi mesa y por lo pronto formáis parte de los caballeros de mi séquito.