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Actualizado: 9 de junio de 2025
Luciana preguntó: ¿De qué hablaban ustedes? Decíamos que el verde será el color de moda de este invierno... Si lo duda usted, mire a la de Jansien. Luciana se echó a reír. Es verdad; parece una pradera. Y Kisseler que se había acercado, añadió: No le falta nada; ni la campanilla al cuello. Le falta el pastor replicó Luciana.
Teodoro Golfín no había dicho nada durante el conmovedor peligro del hermoso Lili, pero cuando se pusieron en marcha por la gran pradera, donde los tres podían ir al lado uno de otro sin molestarse, el doctor dijo a la mujer de su hermano: Estoy pensando, querida Sofía, que ese animal te ocupa demasiado. Es verdad que un perro que cuesta doscientos duros no es un perro como otro cualquiera.
Las narices. Un dia que volvia del paseo Azora toda inmutada, y haciendo descompuestos ademanes: ¿Qué tienes, querida? le dixo Zadig; ¿qué es lo que tan fuera de tí te ha puesto? ¡Ay! le respondió Azora, lo mismo hicieras tú, si hubieses visto la escena que acabo yo de presenciar, Habia ido á consolár á Cosrúa, la viuda jóven que ha erigido, dos días ha, un mausoleo al difunto mancebo, marido suyo, cabe el arroyo que baña esta pradera, jurando á los Dioses, en su dolor, que no se apartaria de las inmediaciones de este sepulcro, miéntras el arroyo no mudara su corriente.
A nuestra derecha, la ribera opuesta á la escarpada, no presentaba sino una pequeña margen de pradera en declive, sobre la que algunas colinas cargadas de bosques, señalaban una franja de sombrío terciopelo. ¡A tierra, señor! dijo la criolla.
Y señalaba una gran fotografía con lujoso marco, que le representaba a él en traje de monte, mucho más joven, rodeado de varias niñas vestidas de blanco, y sentados todos en el centro de una pradera sobre un montón negruzco, a un extremo del cual se destacaban unos cuernos. Este banco obscuro e informe, de agudo dorso, era Coronel.
El piso bajo, ventilado solamente dos veces al mes por el jardinero, que al mismo tiempo era conserje, olía á humedad. Pero las ventanas daban á una gran pradera á la que servían de marco hermosas arboledas, y á lo lejos, más allá de la llanura, los bosques comunales de Saint-Victor extendían sus ramas sombrías en las que cantaban los melancólicos cucos.
Mucho más conmovedora y hermosa es la leyenda de los tres suizos que también esperan un día grande en el espesor de una alta montaña de los antiguos cantones. Son tres, como los tres que juraron conquistar la libertad en la pradera del Grutli, y los tres se apellidan Tell, como el que derribó al tirano.
En tal sitio, como el camino que corre a lo largo de la parte superior del muro de la pradera está situado cuatro o cinco pies más arriba que ésta, y como en aquel momento una densa nube velase la Luna, el doctor, temiendo volcar, detúvose bajo la encina. No nos falta mas que una hora de camino dijo Lorquin . Animo, pues, señora Lefèvre; no tenemos prisa.
Es una explanada de pradera; la pradera, cortada por veredas arenosas; en las veredas, bancos de madera; palio de los bancos, las copas de las acacias. Hay un aliento de tierra húmeda.
Y mientras el gaucho errante Al cruzar por la pradera, Se detenga en su carrera Y baje del alazan; Y ponga el poncho en el suelo A guisa de pobre alfombra, Y rece bajo esa sombra, ¡Santos Vega, duerme en paz!
Palabra del Dia
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