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Cuidado.... Anda delante de nosotros.... Cuidado, te repito.... Mira que voy detrás observando lo que haces. Púsose de nuevo en marcha la familia, precedida por la Nela. Lili miraba a su ama por encima del hombro de la Nela, y parecía decirle: «¡Ay, señora; pero qué boba es usted

Miren dónde se ha ido a meter. tienes la culpa de que Lili haya bajado.... ¡Qué cosas le enseñas al animalito! Por tu causa es tan mal criado y tan antojadizo. Esa muchacha es de la piel de Barrabás dijo D. Carlos a su hermano . Mira dónde se ha ido a poner.

¡Mira!... ¡Mira!... Lilí abrió mucho los ojos admirada, apretó los labios y echó atrás las manitas; su crítica fue la crítica de las grandes admiraciones, la crítica monosílaba. ¡Uy! dijo. ¡Cinco!... ¡Son cinco y dos excelencias!... ¿Me darás uno, Paquito? ¡Tonta!... Eso no se da... Se pone en un marco... Pepito Vargas dice que su mamá se los pone en un marco...

¡Delicioso! exclamaba encantada Currita . Mira, Fernandito, parece un cuadro de Meissonnier. Los premios, sin embargo, no aparecían por ninguna parte, y Paquito se encogía de hombros, asegurando ignorar dónde los había puesto. ¡Tonto! gritó Lilí, dándole una palmada , si los dejaste abajo...

Sensible y nerviosa, Sofía se volvió de espaldas, acariciando a Lili. A ver, a ver qué es eso dijo Teodoro, tomando a la Nela en sus brazos y sentándola en una piedra de la cerca inmediata. Poniéndose sus lentes, le examinó el pie. Es poca cosa; dos o tres rasguños.... Me parece que tienes una espina dentro.... ¿Te duele?... , aquí está la pícara.... Aguarda un momento.

¡Ay, madre Larín, se me olvidaba!... No si lo encargué a Lilí, porque con este notición se me fue el santo al cielo... Me han dicho que están ustedes haciendo un monumento nuevo para el Jueves Santo, y quiero que sea a mi costa... Deseo mucho dejar a ustedes ese recuerdo; que Lilí haga ese pequeño obsequio al colegio... Gracias, gracias, señora condesa...

Lilí, al oír esto, saltó espontáneamente de la silla y se arrojó al cuello de su madre, cubriéndole el rostro de besos, llorando y riendo al mismo tiempo, como se mezclan la lluvia y el sol en un chubasco de mayo. Ella se enterneció un poquito y derramó tres lagrimitas.

Paquito salió el primero: tenía el aire de un chico que ha sentido en una pesadilla un peso enorme, que no ve, ni palpa, ni comprende, pero que le oprime y le anonada y le deja el pecho jadeante. Lilí salió después y se le quedó mirando; los dos se acercaron al retrato. ¡Uy! dijo Lilí desolada ¡Lo que le han puesto!...

Y de nuevo tornó a maravillarse, porque la sangre entera de Lilí afluyó entonces a su rostro, un temblor nervioso agitó sus manitas, y levantó los ojos hacia su madre, rebosando anhelo comprimido, esperanza dulcísima de oír lo que era sin duda su más ferviente deseo.

Lili se detuvo en la gran peña blanquecina, agujereada, muzgosa, que en la boca misma del abismo estaba, como encubriéndola. Fijáronse allí todos los ojos, y al punto observaron que se movía un objeto.