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Actualizado: 9 de junio de 2025
Los toros eran otra cosa. ¿De suerte, que no has tenido nunca ganas de matar a un hombre?... ¡Y yo que creía que los toreros...! Se ocultó el sol, perdió la pradera su fantástica iluminación, se apagó el río, y la dama vio obscuro y vulgar el paisaje de tapiz que tanto había admirado.
«Un dia no le ví sobre el collado, «Ni sentado de su árbol á la sombra, «Ni en el bosque, ni arroyo sosegado, «Ni entre el brezal que la pradera alfombra. «En fúnebre ataud al otro dia «Le ví llevar al campo de los muertos: «Llega, y leerás en esa losa fria «El epitafio de sus huesos yertos:»
Los ojos de Juan brillan en las tinieblas, su respiración es ardiente; con una risa estrepitosa dice: No nos rodea de una aureola este bien inútil; estamos condenados en la tierra y en los cielos. Por lo tanto, aprovechemos al menos... Se interrumpe, prestando atención. ¡Calla!... He creído oír... en la pradera...
Como si de un lago tranquilo surgiese de repente un monstruo, como si en una pradera cubierta de olorosas hierbas y flores viese yo bullir, por bajo de ellas, multitud de escorpiones y de víboras, así, en medio de mis alegrías y placeres, surge a menudo, desde hace tiempo y desde lo más intrínseco de mi ser, un desconsuelo, una melancolía, una amargura que me esfuerzo por ahogar o remediar y no lo consigo.
Daban estos gritos dos mozas en cueros, que corrian con mucha ligereza por la pradera, y en su seguimiento iban dos ximios dándoles bocados en las nalgas. Movióse Candido á compasion; habia aprendido á tirar con los Búlgaros, y era tan diestro que derribaba una avellana del árbol sin tocar á las hojas; cogió pues su escopeta madrileña de dos cañones, tiró, y mató ámbos ximios.
Haciendo un signo á sus acompañantes para que no la siguiesen, se fué aproximando Elena á la pradera donde estaban los dos jóvenes. Celinda la vió llegar antes que el ingeniero, y haciendo un gesto hostil volvió la espalda. Al mismo tiempo ordenó á Watson que le ajustase al pie una de sus espuelas, que pretendía llevar suelta.
Pronto se hizo menos espesa la arboleda y por fin se presentó ante su vista una gran pradera en la que pastaban hermosas vacas; más allá se divisaban numerosas piaras de cerdos y por el centro del llano corría un ancho arroyo. Rústico puente conducía á un camino que llevaba en derechura hasta la puerta de un vasto edificio de madera que Roger contempló con emoción profunda.
Al través de las toscas rejas veíase la vasta pradera, en declive, que habían recorrido, iluminada por la luz nocturna. Abajo estaba limitada por algunos árboles, cuyas copas oscuras contrastaban con el césped bañado de resplandor. Allá, a lo lejos, blanqueaba la cima de una montaña en el vapor luminoso.
Adquiridos tan indispensables elementos, dióse principio, á las seis de la tarde, á la distinguida diversión, con no poca sorpresa y hasta admiración de la gente menuda, que invadió bien pronto la pradera, formando ancho y respetuoso círculo alrededor de los danzantes.
Me parece que lo mejor será que hagas a pie el corto camino a través de la pradera... si no sientes ningún dolor, se entiende. Gertrudis lanza una mirada a Juan, y se apresura a decir que sí. El aire es tibio, la hierba está seca continúa Martín, y Juan podrá acompañarte. Gertrudis se estremece y la sangre sube a sus abrasadas mejillas. Los ojos de Juan buscan los suyos, pero ella los evita.
Palabra del Dia
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