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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Duro es, tío Tremontorio; pero ello, pongámonos en lo justo. Ha dao la casualidá de que paece que se ha avisao media calle pa ponerse enfermo too el mundo.

Doña Lupe permaneció un rato en la sala, sin moverse del sillón en que se sentara al entrar, con el manto puesto, la mano en la mejilla, pensando en lo mismo. No había vuelto aún de su asombro, ni volvería en mucho tiempo. Fortunata, de cuya casa venía, le había dado mil duros para que se los colocara del modo que lo creyera más conveniente... y sin querer admitir recibo... Al pronto sospechó la señora de Jáuregui si serían falsos los billetes... pero ¡quia, si eran más legítimos que el sol! Tal prueba de confianza le llegaba al alma, porque no sólo era confianza en su honradez, sino en su talento para hacer producir dinero al dinero... Pues además, Fortunata, en el curso de la conversación, había dado a entender que tenía acciones del Banco, sin decir cuántas. ¿De dónde había salido esta riqueza? Quizás Juanito Santa Cruz... quizás Feijoo... Lo más particular era que doña Lupe, por impulsos de tolerancia que habían surgido bruscamente en su espíritu, se esforzaba en suponer a aquel caudal una procedencia decente. ¡Fascinación que la moneda ejerce en ciertos caracteres, porque para estos lo bueno tiene que tener buen origen!... «¿Y por qué no ha de ser verdad todo eso del arrepentimiento?... se decía . Lo que no me explico es una cosa... El primer día me dijo Feijoo que estaba miserable... pero miserable, y comiéndose sus ahorros. ¡Pues si son estas las sobras...! En fin, doblemos la hoja; pongámonos en un punto de vista imparcial, y no hagamos juicios temerarios antes de tener datos seguros. ¿Quién se atreve a condenar a un semejante sin oírlo? Sería una crueldad, una injusticia. Eso de que siempre hayamos de pensar mal, me parece una barbaridad... Pero me estoy aquí ensimismada, y si tardo, quizás no encuentre en su casa a D. Francisco...

Eso es... Pues ya está el señor don Alejandro desfogado y satisfecho, ya estamos nosotros tranquilos, tranquilos y satisfechos igualmente, eso es, y las cosas en su centro, y la paz restablecida en Peleches. Pues pongámonos en el otro extremo, y que el señor don Alejandro comienza a ver torres y montañas, ¡caray! y a sospechar de todos.

Son los Penitentes, dijo; unos frailes que á cada paso encontrábamos en Francia y muy numerosos en Italia y Bohemia, pero apenas conocidos todavía en Inglaterra, donde ciertamente no esperaba yo verlos. Aun los pocos que aquí hay son todos extranjeros, según me han dicho. ¡En avant! Pongámonos al habla con esos reverendos que en tan poco estiman su pellejo.

Usted es una persona decente que ha venido á menos, y tiene todo el aquél de mujer fina, como hija neta de marqueses.... Bien lo ... y que le quitaron la posición que le corresponde esos pillos de la curia.... ¡Ay, Jesús! exclamó Isidora, exhalando en un suspiro todas las remembranzas tristes y alegres de su novelesco pasado. No hablemos de eso.... Pongámonos en la realidad.

- digno -respondió Sancho, enternecido y llenos de lágrimas los ojos; y prosiguió-: No se dirá por , señor mío: el pan comido y la compañía deshecha; , que no vengo yo de alguna alcurnia desagradecida, que ya sabe todo el mundo, y especialmente mi pueblo, quién fueron los Panzas, de quien yo deciendo, y más, que tengo conocido y calado por muchas buenas obras, y por más buenas palabras, el deseo que vuestra merced tiene de hacerme merced; y si me he puesto en cuentas de tanto más cuanto acerca de mi salario, ha sido por complacer a mi mujer; la cual, cuando toma la mano a persuadir una cosa, no hay mazo que tanto apriete los aros de una cuba como ella aprieta a que se haga lo que quiere; pero, en efeto, el hombre ha de ser hombre, y la mujer, mujer; y, pues yo soy hombre dondequiera, que no lo puedo negar, también lo quiero ser en mi casa, pese a quien pesare; y así, no hay más que hacer, sino que vuestra merced ordene su testamento con su codicilo, en modo que no se pueda revolcar, y pongámonos luego en camino, porque no padezca el alma del señor Sansón, que dice que su conciencia le lita que persuada a vuestra merced a salir vez tercera por ese mundo; y yo de nuevo me ofrezco a servir a vuestra merced fiel y legalmente, tan bien y mejor que cuantos escuderos han servido a caballeros andantes en los pasados y presentes tiempos.

En vista de lo que queda expuesto, apenas es creíble que Inglaterra, Francia y las demás naciones de Europa que en América tienen colonias se crucen de brazos, y sólo por la culpa de que somos débiles, ó de que consideran que somos débiles, dejen sin chistar y sin mostrar el menor enojo que los Estados Unidos nos insulten, nos vejen y nos despojen. Pongámonos, sin embargo, en lo peor.

Hasta este día me dijo la señorita Margarita, á quien yo trataba de comunicar mis impresiones, ahí tiene usted todo lo que conozco de ella, pero si le interesa despertar á la princesa, podemos entrar. Por lo que he averiguado, hay siempre en estos alrededores un pastor ó pastora, que tiene la llave. Atemos nuestros caballos y pongámonos en su busca, usted del pastor y yo de la pastora.

¡Ah! se oía exclamar en diversos sitios ; no hemos venido aquí para chamuscarnos la planta de los pies. Es hora de hablar, de ponernos de acuerdo. ¡, ; pongámonos de acuerdo! ¡Nombremos los jefes! No; todavía falta mucha gente. ¡Ved cómo siguen llegando de Dagsburg y de San Quirino!

Prometieron á estas islas amparo y rectitud y jugamos con las vidas y libertades de sus habitantes; prometieron civilizacion y se la escatimamos, temiendo que aspiren á más noble existencia; les prometieron luz, y les cegamos los ojos para que no vean nuestra bacanal; prometieron enseñarles virtudes y fomentamos sus vicios y, en vez de la paz, de la riqueza y la justicia, reina la zozobra, el comercio muere y el escepticismo cunde en las masas. ¡Pongámonos en lugar de los filipinos y preguntémonos qué haríamos en su caso! ¡Ay! en su silencio de usted leo su derecho de sublevarse, y si las cosas no se mejoran se sublevarán un día ¡y á que la justicia estará de su parte y con ella las simpatías de todos los hombres honrados, de todos los patriotas del mundo!

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