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Montó en él don Carlos después de examinar si su revólver salía fácilmente de la funda. Watson marchó á pie, apoyándose en una pierna de Rojas, y de este modo avanzaron los dos francamente hacia el rancho.

CORDERO ASADO. Se pincha bien una pierna de cordero y se le pone sal y un diente de ajo; se unta bien con manteca de cerdo y se pone en el asador o se mete al horno en una tartera; se sirve con una guarnición de ensalada.

Quejábase de su quietismo, de aquella pierna sometida a la inmovilidad, con un peso abrumador, como si fuese de plomo. Parecía acobardado por las terribles operaciones sufridas en pleno conocimiento. Su antigua dureza para el dolor había desaparecido, y gemía a la más leve molestia.

Le representaba herido, con la pierna atravesada de un arcabuzazo en el sitio de Pamplona y leyendo la historia de la Virgen, que fué el punto de partida de su conversión. Con voz de cicerone convencido, el hermano explicaba á Aresti la historia del santo.

Ahora bien: pues que ya conocéis la tierra y la gente, y de juro también os han llevado, para que estudiéis las costumbres, á los toros del Puerto y de Sanlúcar, y á las ferias de Mairena y del Rocío, y á la Semana Santa de Sevilla, y de paseo ó gran parada á la plaza de San Antonio de Cádiz, y de profana romería á la beata Sierra de Córdoba, y en todas estas exposiciones regionales habréis encontrado á las más genuinas andaluzas de alto y bajo copete, ora á pie, ora en las ancas de brioso caballo regido por apuesto contrabandista, ora en jumento con jamugas ó con maldita la cosa, ora en calesa, calesín ó birlocho; ya con vestido á media pierna, pañuelo de crespón encarnado y la cabeza orlada de claveles; ya con falda de espléndidos faralares, valioso mantón chinesco y toca blanca, al gusto de Goya; ya de legítima torera, con monillo, ceñidor y sombrero calañés; ya arrastrando luenga cola de seda y tremolando la clásica mantilla de casco, bandera negra de las españolas contra toda la extranjería; aquí tañendo las castañuelas, y bailando, verbigracia, el Vito; allí cantando, al son de sus palmas, la apasionada Soledad, ó entonando, con lágrimas en la voz, ¡sin palmas y con suspiros!, la Caña quejumbrosa y lastimera; aquí abriéndose paso con su rumboso meneo entre una turba de majos, que arrojan á sus pies capas y sombreros para que le sirvan de alfombra; allí volviendo valientemente una esquina, y al mismo tiempo la cara en sentido inverso, como fascinadora culebra que no quiere que se escape el pajarillo; es decir, pues que ya habéis visto á la mujer técnica de la Tierra de María Santísima, sea duquesa ó labradora, generala ó cigarrera, en el pleno ejercicio de su privativo poder, de su peculiar gallardía, de su porte soberano, tengo que principiar por advertiros que.....

Ojeda hablaba con cierta emoción del último viaje del nauta, siempre en busca del oro que huía ante él; viaje de trágico dolor, en plena ancianidad, con una pierna ulcerada, los ojos casi ciegos, teniendo a su lado al hijo pequeño, pobre infante que cree haber arrastrado a la muerte.

Su ropa estaba ahí; su espada, su caballo, nada falta, excepto su cadáver, que no puede reconocerse entre los muchos mutilados y desnudos que yacen en el campo. El coronel Díaz Vélez, prisionero, dice que su hermano tenía una lanzada en una pierna; no hay cadáver allí con herida semejante.

Poco después ambos se retiraron a sus cuartos. El cura le dijo: Puedes dormir a pierna suelta, Andrés. Yo me encargo de llamarte a la hora. En vez de hacer lo que su tío le encargaba, salió sigilosamente de casa cuando presumió que todos estaban dormidos, y enderezó los pasos hacia el Molino.

En esta sala, el arte ha podido más que la dinastia. Despues de visitar todo el Museo, en una de las salas contiguas á la de preferencia, hemos encontrado otra pintura de Murillo. Es un lienzo de media vara en cuadro, poco más ó menos. Representa un muchacho de corta edad, pobre, mendigo, sentado en el suelo, y que tiene una pierna colocada sobre la otra.

Ya me brindará usté un toro si arguna vez nos vemos en la plaza añadió el Plumitas . Eso vale más que too el oro der mundo. Avanzó doña Sol hasta colocarse junto a una pierna del jinete, y quitándose una rosa de otoño que llevaba en el pecho, se la ofreció mudamente, mirándolo con sus ojos verdes y dorados.