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¿Linilla? ¿Linilla te decían? ¡Pues Linilla he de llamarte yo! Siga el cuento.... ¿Cuento? ¡Historia de dolor! Prosigue. Así, de ese modo, fui a la casa del padre; padre ha sido para , y muy tierno y cariñoso. Lo demás ya lo sabes; te lo habrán dicho tus tías....

solicitaste mi descuido, rogaste a mi entereza, no ignoraste mi calidad, sabes bien de la manera que me entregué a toda tu voluntad: no te queda lugar ni acogida de llamarte a engaño. Y si esto es así, como lo es, y eres tan cristiano como caballero, ¿por qué por tantos rodeos dilatas de hacerme venturosa en los fines, como me heciste en los principios?

ABIND. Mi bien, alma y vida; La esperanza entretenida, Ansí negocia el favor. JARIFA. Luego ¿diréte mi bien? ABIND. ¿Soy tu bien? JARIFA. . ABIND. Pues bien dices, Y por que ansí le autorices Al amor contra el desdén. JARIFA. Luego, si mi alma eres, ¿Ansí tengo de llamarte? ABIND. ¿Eso tengo de enseñarte, O es que decirlo no quieres?

¡Eres tonta, rapaza! ¿No comprendes que el amo está bajo el peso de una desgracia, que para él se ha concluído el mundo, que todo lo ve ahora negro? Deja que trascurra el tiempo y ya verás cómo todo vuelve á su ser, cómo al cabo se irá calmando su pena y serás para él lo que siempre fuiste. No te apures ni te disgustes, querida mía, pues el mismo amo fué quien envió á llamarte.

Ahora, deja que me goce en llamarte tonto. ¡Buena ocasión perdiste de ponerte romántico!

¡Alto ahí, canalla, o te rompo el morro! exclamó Diógenes poniendo su formidable puño en las narices mismas de Jacobo . ¿Qué es lo que buscas ? ¿Dinero?... Pues ahí tienes a la de Albornoz; una... pelona como , que te dará lo que quieras... ¿Qué más te da, llamarte Jacobo que monsieur Alphonse?...

Para oír otra vez de tus labios la palabra infame que me has dicho en el salón. ¿Crees, por ventura, que no vale la pena de repetirse? ¿Crees que puedo renunciar a todo un pasado de amor, a todo un porvenir de dicha, a todos los sueños gratos de mi vida sin llamarte infame, cien veces infame, mil veces infame, ahora aquí entre los dos, después en plena tertulia, después ante el mundo entero?... ¡Ven, ven, miserable!... ¡Ven, a que te lo llame delante de todo el mundo!...

JARIFA. De la de entrambos el postrero día, Si no me consolara, Gallardo dueño mío, Señor del alma, que la tuya adora, Que la fortuna avara No es peña, monte o río, Sino mudable viento de hora en hora; La ausencia, que ya llora El corazón presente, Me acabara la vida, Que vive entretenida De que has de estar tan poco tiempo ausente Cuanto pueda llamarte Para poder secretamente hablarte.

En este momento se abre con violencia la puerta de la sala y penetra en ella una obesa persona del sexo femenino. Hijo de mi alma, ¿no te has levantado? No ha venido Ramona á llamarte, ¿verdad? ¡Jesús, qué mujer! ¿Dónde tendrá el sentido? ¡Dios me paciencia para sufrirla!... Pues ahora ya no es tiempo. Acaban de pasar á escape por la plaza. La culpa es mía, mamá. Ramona me ha llamado á la hora.

Tu aspecto suaviza el resplandor del arco brillante que te corona; yo leo sobre tu frente serena que refleja la calma de tu alma inmortal, leo que tu perdonaras a un hijo de la tierra, con quien se dignan comunicar algunas veces los espiritus de los elementos, el atreverse a hacer uso de los secretos magicos para llamarte a su presencia y contemplarte un momento.