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Actualizado: 17 de julio de 2025


Yo que le vi, me demudé. Preguntóme si había sido algo; dije que no, aunque tenía estropeada una pierna. Dábame el lacayo prisa porque no saliese su amo y lo viese, que había de ir a palacio.

Ella es lista como una anguila y saltarina como una cabra... pero tiene el corazón igual que una manteca fresca... Es muy noble... muy noble... y al mismo tiempo muy amorosa... Teniendo cuidado de sujetarla un poco por la pierna será como una cordera... Después, nada melindrosa para comer... lo mismo se pasa con carne que con unas pocas de judías... En habiendo pan en la masera, ya está satisfecha... No te malgastará un cuarto, Jaime...

Todos están buenos, ¿verdad? profirió Elena con extraña timidez y deseos de volverse. La salud es la riqueza del pobre. Viene el agua, viene la escarcha, calienta el sol hasta quemarnos, pero todo eso no nos quita de dormir a pierna suelta y comer lo que hay con apetito. Pues lo demás vale bien poco murmuró Elena con un suspiro.

El gaucho llega a la hierra al paso lento y mesurado de su mejor parejero, que detiene a distancia apartada; y para gozar mejor del espectáculo, cruza la pierna sobre el pescuezo del caballo.

Bajando la escalera de cierta casa que frecuentaba mucho, se rompió una pierna. Se dijo que el marido de la señora, cuya era la casa, le había ayudado a caer, por no estar de acuerdo enteramente con la hora y la ocasión de sus visitas; pero al instante las buenas almas de Peñascosa se apresuraron a sofocar este rumor sacrílego.

Y, de aquí adelante, no se muestren tan niños, ni tan deseosos de ver mundo, que la doncella honrada, la pierna quebrada, y en casa; y la mujer y la gallina, por andar se pierden aína; y la que es deseosa de ver, también tiene deseo de ser vista. No digo más.

Excitado por la murmuración, don Benigno bebió algunos vasos más de los acostumbrados, y el capellán no quiso quedarse atrás. Cuando los tertulios salieron de la tienda formando la clásica cadena, don Segis advirtió con satisfacción que la pierna entumecida le pesaba menos, y se lo hizo observar a don Benigno, que le dió por ello la enhorabuena.

Confiesa que dormías a pierna suelta y muy a gusto lejos de tu pobrecita Elena. Que dormía, , lo confieso; pero niego que durmiera a gusto. Mientras el sueño no me rindió tu imagen no se apartó de mi pensamiento.

De hecho se separaba de Luquitas, señalándole una pensión para que viviera; tomarían un hotel con jardín; se abonarían a dos o tres teatros; buscarían relaciones y amistades de gente distinguida... «Hija, no te corras tanto, que aún no sabes lo que te rentará tu mitad de la Almoraima; y aunque yo, por lo que recuerdo de esa hermosa finca, calculo que no será un grano de anís, bueno es que sepas qué tamaño ha de tener la sábana antes de estirar la pierna».

Luego sonrió picarescamente, golpeando al oficinista en una pierna, al mismo tiempo que le preguntaba bajando la voz: ¿Y por qué quieren matarse? ¿Cuestión de mujeres?... De seguro que anda de por medio esa marquesa que á toditos los trae locos. Tomó Moreno una actitud misteriosa, al mismo tiempo que se llevaba un dedo á los labios para imponerle silencio. Prudencia, don Carlos.

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