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Actualizado: 18 de junio de 2025


¡El vértigo! luégo nada; insensible, muda, inerte, un letargo que á la muerte se pudiera comparar, la domina, y cuando vuelve en , con asombro toca un dentellon de la roca, á donde la echó la mar. El sol brilla en el Oriente, y la azul onda serena se rompe en la blanca arena con dulce cadente són; y graznan las gaviotas, sus blancas alas mojando, la abrupta base rozando del solitario peñon.

Estas cosas no son para criaturas. ¡Bah! intervino Primitivo . ¿Piensa que el rapaz no puede con lo que tiene dentro? ¡Con eso y con otro tanto! Y si no verá. A su vez tomó en brazos al niño y, mojando en agua fresca los dedos, se los pasó por las sienes. Perucho abrió los párpados y miró alrededor con asombro, y su cara se sonroseó.

Allí, mojando buñuelos en el fangoso líquido de la taza, sentía renacer otra vez sus esperanzas, aunque menos intensas que en el ambiente cálido de la redacción. El sería algo; él subiría alto. Siempre que llenaba el estómago, sentíase animado por una fe ciega en su destino. Y con tales esperanzas, emprendía la caminata hacia los Cuatro Caminos, para reposar en el camastro todavía caliente.

Un vaso de horchata helada de chufas estaba en medio, y ambos metían dentro la cuchara, tragándose él con delicia cuanto salía, mirándole ella con plácida sonrisa y mojando apenas su cuchara, como si le dejase a él saborear a sus anchas la golosina y le bastase a ella saborear la dicha inmensa de ser aquel un obsequio del hijo de su alma.

Iba á contestar, cuando el maligno Canciller tomó una paja larga y fina, sacada al parecer de una costilla de labores, y mojando la punta en saliva se la metió por una oreja á Pacorrito con tanta presteza, que éste no se enteró de la grosera familiaridad hasta que hubo experimentado la sacudida nerviosa que tales chanzas ocasionan. Ciego de furor, echó mano al cinto y blandió la plegadera.

Y el padre resurgía, maldiciéndose a propio, apartando los rizos del chiquillo, mojando un pañuelo en agua, y atándolo con cuidado indecible sobre la descalabradura. A ver cómo lo cuidas... gritó dirigiéndose a Sabel . Y cómo haces la cena en un vuelo.... ¡Yo te enseñaré, yo te enseñaré a pasarte las horas en las romerías sacudiéndote, perra!

Llegaba con el pescuezo barnizado de rojo por los hilillos de sangre que se escapaban de los palos hincados en su cuello y los desgarrones de la piel, en los cuales quedaba al descubierto el músculo azul. «¡Coronel! ¡Hijo mío!...» Y el toro, como si comprendiese estas explosiones de ternura, alzaba el hocico, mojando con su baba las patillas del ganadero. «¿Por qué me has traído aquí?», parecían decir sus ojos fieros inyectados de sangre.

Aguarde usted un poco. ¿No le sabría mejor el tabaco mojando la punta en ron, pongo por caso, o en coñac? Es posible, o en un chapurradito de los dos. No había dado yo en ello, ¡vea usted! ¿Sabe usted si lo hay en casa? Respondo de que vino a ella un buen surtido de esa clase de menesteres. ¡Catana! ¡Catana!... ¡El ron y el coñac... y unas copitas con ello! Visitas

¡El artículo! suspiró nuestro escritor, echando mano á las cuartillas, mojando la pluma con detestable humor y echando pestes contra todos los periódicos y todos los clérigos del orbe. Pasados algunos segundos, pudo fijar sus ideas, y continuó su interrumpida obra del modo siguiente: «Meditemos.

¡Será a la vaca, niño Melchor! contestó la vieja que ordeñaba, riendo de su propia ocurrencia y procurando cubrir con sus labios plegados de arrugas el solo diente que le quedaba en la boca, largo y amarillento, como hueso de bagual en una zanja. ¡Vea!... ¡Doña Águeda mojando también!

Palabra del Dia

rigoleto

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