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Su gorra negra casi se confundía con el tinte cobrizo y barnizado de su cara, en la que se destacaban los ojos de mirada mansa y una dentadura de rumiante, fuerte y amarillenta, que se descubría al contraerse los labios con sonrisa de estúpido agradecimiento.

Con ser tipos perfectos de la miseria disimulada, las niñas de D. José se habrían horrorizado de que se les propusiera casarse con un hábil mecánico, con un rico tendero o con un propietario de aldea. Doña Laura misma, hecha ya al vivir miserable, barnizado y compuesto para que no lo pareciese, no pensaba en alianzas denigrantes.

Y otra vez daba dinero a un sacristán, y se encendían cirios, y pasaba ella las horas contemplando el vacilante reflejo de las rojas lenguas sobre la imagen, creyendo ver en su rostro barnizado, con estas alternativas de sombra y de luz, sonrisas de consuelo, gestos bondadosos que le auguraban felicidad. El Señor del Gran Poder no la engañaba.

Era una habitación que parecía forrada de espejos, pues todo estaba bruñido allí, desde el pavimento de madera hasta los hierros de los balcones. Lo que no estaba barnizado por mano del ebanista lo estaba a fuerza de trapo. La gran manía de Marta, la que le proporcionaba más alegría y más pesadumbre, era el lustre.

Con escrutadora mirada examinaba los rígidos detalles de la sala, desde el pulimentado calorífero de vapor parecido a un enorme soda-cracker barnizado, que calentaba un extremo del cuarto, hasta el busto monumental del doctor Crammer, que daba escalofríos en el opuesto, desde el padrenuestro dibujado por un ex maestro de caligrafía, con tal variedad de elegantes rasgos de escritura, que disminuía notablemente el valor de la composición, hasta tres vistas de la población, tomadas del natural desde el Instituto, por el profesor de dibujo, y que nadie hubiese sido capaz de reconocer; desde dos citas ilustradas del Antiguo Testamento, escritas en letra inglesa, tan horriblemente remotas que helaban todo humano interés, hasta una gran fotografía de la clase superior, en la cual las niñas más bonitas tenían el color etiópico, sentadas, al parecer, unas sobre las cabezas y hombros de las otras.

La sotana de merino lustroso, como barnizado; el vivo del alzacuello, una pinceladita de morado ardiente, casi carmín; el afeitado de bigote y barba, color violeta y azulenco pálidos; el resto del rostro, rojo vehemente y bruñido; los ojos, profundos y negros. No tendría arriba de los cuarenta años, si llegaba.

En medicina se aplica para la curación de heridas. Balibago. Se emplea en la fabricación de papel, y con sus filamentos se tejen cuerdas muy resistentes. Bolonquita. Madera rojiza con vetas negras, muy apreciada. Balao. De primera magnitud; produce una gamo-resina que lleva su nombre, muy olorosa y aplicable al barnizado de muebles.

Llegaba con el pescuezo barnizado de rojo por los hilillos de sangre que se escapaban de los palos hincados en su cuello y los desgarrones de la piel, en los cuales quedaba al descubierto el músculo azul. «¡Coronel! ¡Hijo mío!...» Y el toro, como si comprendiese estas explosiones de ternura, alzaba el hocico, mojando con su baba las patillas del ganadero. «¿Por qué me has traído aquí?», parecían decir sus ojos fieros inyectados de sangre.

La gente silbaba, me tiraban boteyas... hasta le fartaron a mi probe mare, ¡y tan contento!... ¡Cómo te divertirías, ¿he? sinvergüensón!... Su mirada de ebrio creyó ver temblar con estremecimiento de risa el brillo del hocico barnizado y la luz de los ojos de cristal. Hasta se imaginó que el cornúpeto movía el testuz, asintiendo a esta pregunta con una ondulación de su cuello colgante.

Por primera vez en su vida pasó la hilandera más de un cuarto de hora ante el medio palmo de cristal con azogue y marco de pino barnizado que le regaló su padre, espejo en el que había que contemplar la cara por secciones. Ella no era gran cosa, lo reconocía; pero de más feas se encontraban á docenas en la huerta.