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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Apoyó la punta del estoque entre los dos cuernos, mientras con la otra mano agitaba la muleta, para que la bestia, atraída por el trapo, humillase la cabeza hasta el suelo. Apretó la espada, y el toro, al sentirse herido, agitó el testuz, repeliendo el arma. ¡Una! gritó la muchedumbre con burlesca unanimidad.
El ganado mugía, se agitaba tropezándose á menudo. Las terneras se empeñaban en mamar á sus madres; los criados las arrancaban prontamente de la teta. El capitán, en medio, acariciando el testuz de las vacas, tomándolas por los cuernos ó pasándoles la palma de la mano por el lomo, gozaba más en aquel instante que César en medio de sus legiones victoriosas.
Veamos lo que ha inventado hoy para imitarnos gritaban los loros y los monos insolentes desde lo alto de los árboles. ¡Muy bien, hija mía! aprobaba el elefante con lentos movimientos de su trompa y el toro agitando su armado testuz. ¡Venid á ver la última creación de Eva! piaban millares de pájaros en el follaje.
La condesa, sin vacilar, puso su diminuta mano sobre el testuz del animal; después lo cogió por un cuerno, y, por último, empezó á acariciarle el hocico. La vaca al principio sacudía la cabeza, hacía sonar la cadena que la sujetaba; mas pronto se dió á partido, contentándose con soplar fuerte y abrir mucho los ojos.
Sra. del Cármen, y en el barrio de San Julian la de San Antonio Abad; antiguamente junto al portal de Valencia había un pequeño cerro en cuya cumbre se elevaba una bonita ermita llamada de San Redentor, a la que el día de Santa Cruz de Mayo iba el clero de la Catedral y después de bendecir desde allí los términos, se celebraba con este motivo una fiesta muy solemne: en la carretera de Alcañiz y a la vista todavía de Teruel, se ve el llano de San Cristóbal, donde antes estuvo el Fonsal o cementerio de los judíos : se llama de S. Cristóbal, porque había una ermita dedicada a este Santo, en cuyo día los teruelanos iban a ella en animada romería y se corría ensogado y embolado un toro llamado El Toro de la Ciudad, que llevaba una estrellita en el testuz y una mantilla con toretes y estrellas bordados.
El monstruo verdoso conservaba aún el armado testuz al otro lado del Marne, pero su cola empezaba á contraer los anillos con ondulaciones inquietas. Después de cerrar la noche continuó el repliegue de las tropas. El cañoneo parecía aproximarse. Algunos truenos sonaban tan inmediatos, que hacían temblar los vidrios de las ventanas.
La hermanita menor, que era muy ligera, tal vez por ser tan ruin y enjuta de carnes, se subió también a otra reja, donde parecía un mico. El novio estuvo muy caballeroso y quiso imitar a Edgardo, el héroe de la novela de Walter Scott, Lucía de Lammermoor, que él había leído; pero la vaca no entendía de heroicidades y le derribó al suelo, dándole un empellón con el testuz.
Mantúvose con la garrocha bajo el brazo, como un picador, y la clavó en el cuello del toro, que avanzaba mugiente con el testuz bajo. Se enrojeció la enorme cerviz con un raudal de sangre, pero la fiera siguió avanzando en su arrollador impulso, sin sentir que se agrandaba la herida, hasta que metió las astas bajo el caballo, sacudiéndolo y separando sus patas del suelo.
Eran los tales dos gallegos crudos, mozos de letras gordas y de poca sindéresis, tan brutos como valientes, capaces de derribar a un toro de una puñada en el testuz y de clavarle una bala en el hueso palomo al mismísimo gallo de la Pasión; pero los infelices eran hombres de su época, es decir, supersticiosos y fanáticos hasta dejarlo de sobra.
¡Se va jaciendo! ¿Y el honor, señor de Santa Cruz?... Y otra vez hincaba la barba en el pecho, mirando con los ojos medio escondidos en el casco, y cerrándolos de súbito, como los toros que bajan el testuz para acometer. Las carúnculas del cuello se le inyectaban de tal modo, que casi eclipsaban el rojo de la corbata.
Palabra del Dia
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