Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de octubre de 2025
Y le cogió el rostro a la niña y le dió un beso en cada mejilla, diciéndole al mismo tiempo: He tenido una gran suerte en conocerla. Hacen falta en mi salón niñas lindas y simpáticas. Y cada vez más alegre, sin saber por qué, se despidió y siguió adelante diciéndose: "¿Que diablo de interés tendrá Pinedo en convertir en santo a ese perdido de Alcántara?"
Ahora dijo en voz bajita y temblorosa dame un beso y escápate de prisa. Al mismo tiempo me presentaba su cándida y rosada mejilla. Yo la tomé entre las manos y la apliqué un beso... dos... tres... cuatro... todos los que pude hasta que oí rechinar la llave. Y me alejé á paso largo. Dejó de hablar D. Ramón. ¿Y después, qué sucedió? le pregunté con vivo interés. ¿Sin ver á Teresa? Sin ver á Teresa.
Hullin, con el codo apoyado en la mesa y la mano en la mejilla, la miraba ir y venir, gravemente, pensando en la cantidad de firmeza, de voluntad y de resolución que existía en aquel cuerpecillo, ligero como una hada y decidido como un húsar. Pocos instantes después Luisa le servía la tortilla en un plato grande y vidriado, el pan, el vaso y la botella. Aquí tienes, papá; y, ahora, regálate.
Levantóse en esto don Quijote, y, puesta la mano izquierda en la boca, porque no se le acabasen de salir los dientes, asió con la otra las riendas de Rocinante, que nunca se había movido de junto a su amo -tal era de leal y bien acondicionado-, y fuese adonde su escudero estaba, de pechos sobre su asno, con la mano en la mejilla, en guisa de hombre pensativo además.
»Fuese a causa del choque brusco que recibí, o por el terror que aquel hombre me inspiraba, vacilé y caí dando un grito de terror. »En aquel momento apareció Carlos en la puerta del salón, y lanzándose a Eduardo, le golpeó en la mejilla. Este, furioso, echó mano a un cuchillo de monte que llevaba en la cintura, e hirió a Carlos.
Sus besos ardientes se posan sobre la boca de Gertrudis. Ella ríe y llora a la vez, le coge la cabeza entre las manos, le acaricia los cabellos, apoya la mejilla del joven contra la suya, y lo besa en la frente y en los ojos. ¡Oh! ¡cuánto, cuánto te amo! ¿Eres mía? Sí, sí. ¿Me amarás siempre? ¡Siempre! ¡siempre! Y tú... no me dejarás nunca sola, como hoy... para que Martín... Se calla de golpe.
Pobre niña, por lo menos no sufrirás sus torturas dijo el gitano mirando a la monja, y una lágrima que los más espantosos dolores no le habían podido arrancar, cayó sobre su ardiente mejilla. ¡Ríndete, renegado! ¡o mando hacer fuego! repetía el comandante. Sois unos valientes, hijos míos respondió el gitano : el ciervo está herido ¡y aun le teméis! hermosa caza, en verdad.
¡Al pelo, hijo! ¿Cómo quieres que me vaya con un hombre tan retrechero? Al mismo tiempo se colgó de su cuello y le dió un largo y sonoro beso en la mejilla. Los párpados del duque temblaron de placer; mas por sus ojos pasó al mismo tiempo un reflejo de inquietud. Siempre que la Amparo se le colgaba del cuello era para darle un sablazo formidable, una entrada a saco en el bolsillo.
Púsose entonces a canturriar, mirando hacia arriba, y mostrándose, al parecer, más dispuesta a rendir su mejilla y su boca allí mismo, que aquel loco espiritillo que palpitaba en su cabeza cual una guija de cascabel. Dicho estado venturoso no duró para Ramiro.
Las personas que había en la sala guardaban triste silencio. Don Mariano, reclinado en un sofá, con la mejilla apoyada en una mano, cerraba los ojos, dando señales de profundo abatimiento. Después que el cura hubo terminado, volvieron a entrar Marta, María, Ricardo y don Máximo. El estado de doña Gertrudis iba siendo cada vez más grave.
Palabra del Dia
Otros Mirando