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Actualizado: 25 de junio de 2025
Una cuchillada en la mejilla izquierda os señalará al señor de Pomers, á quien acompañan sus dos hermanos y les siguen en línea los señores de Lesparre, de Rosem, de Albret, de Mucident y de la Trane.
Por eso D. Fernando 1.º el dia de su coronacion se dió un golpe en la mejilla, y todos nuestros monarcas en esta ceremonia blandían la espada.
Martín pagó al posadero y quedó con él de acuerdo en el sitio en donde tenía que dejar los caballos en Logroño. Entre Bautista, Martín y la moza, reemplazaron el tiro por completo. Martín acompañó a la muchacha, y cuando la vió sola la estrechó por la cintura y la besó en la mejilla. ¡También usted es posma! exclamó ella con desgarro.
La señorita Nancy besó respetuosamente la mejilla de su tía, y respondió con igual afectación de amabilidad: En muy buena salud, mi tía, y espero que vos estéis lo mismo. Gracias, mi sobrina; mi salud se conserva por ahora. ¿Cómo está mi cuñado?
Mas al llegar al pasillo, Ricardo sintió en la mejilla un beso cálido que le hizo soltar su presa y retroceder con espanto. Inmediatamente los brazos de María se anudaron a su cuello y sintió en los labios la presión de otros labios. ¡Ricardo mío, por Dios, no me martirices más! Estas palabras, dichas al oído con acento apasionado, fueron acompañadas de una nube de caricias.
Gracias respondió la aconsejada, pagando con un beso en cada mejilla de la consejera otros dos que ésta le había estampado en las suyas, con las últimas palabras del consejo, como si hubiera querido pintárselas allí para que no las olvidara. ¡También Leticia! ¿Era aquello una burla o una pesadilla?
El acto se efectuó de nuevo con mucha mayor solemnidad a causa de la diadema y también del ensayo previo que se había hecho. Terminado, S. M. se dignó felicitar con las palabras más amables a la gentil duquesa del Real Saludo, y dio su mano a besar y una bofetada en la mejilla a todas sus damas. Araceli durmió muy poco aquella noche.
En las orejas, unas gruesas arracadas de oro, en forma de tubos de órgano, que caen hasta la mitad de la mejilla. Los vestidos de larga cola y cortos por delante, dejando ver los pies... siempre desnudos.
Pues por decir dije yo lo otro, inocente de Dios, respondió Nieves a su padre dándole un beso en la mejilla correspondiente al ojo huero. Pelillos a la mar entonces, concluyó, casi llorando de gusto, el buen Bermúdez Peleches, y pagando el beso de la hija con otro muy resonado.
Feli se abandonó, vencida, trastornada por el susurro tibio que acariciaba su oído, erizando al mismo tiempo la suave película de su mejilla. Durante una hora durmieron los ecos de la casa del santo, sin otros estremecimientos que el metálico ruido del armatoste, que parecía condenado a no descansar.
Palabra del Dia
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