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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Desgraciado del que se desorientara en el laberinto infinito de las grutas paralelas y ramificadas que suben y bajan; tendría que tomar la resolución de sentarse sobre un banco de estalagmitas, y contemplar cómo su antorcha se apagaba lentamente, lo mismo que su vida, si tenía bastante resignación para no morir desesperado.

¡No, chiquillo, no! no es igual.... Puedo quererte, y sin embargo, por circunstancias especiales, no convenir que tenga contigo entrevistas secretas.... No todo lo que uno quiere se puede hacer en el mundo.... Y se perdió en un laberinto de razones especiosas, de cuya falsedad ella misma se daba cuenta turbándose un poco al decirlas.

Hermes, tres veces grande, con un buril de diamante hecho ascua grabó todo lo sustancial de la ciencia en una lámina de esmeralda y dejó escondida la lámina en la mayor de las pirámides de Egipto, en recóndito y estrecho aposento, a donde no podía llegarse sino por un revuelto e inextricable laberinto, o bien por la violencia de un héroe conquistador de sobrehumanas facultades.

A poco de ver el nieto de los Reyes Católicos reunidas en su sien las coronas de España y Alemania, la primera, por muerte de su padre Don Felipe el Hermoso y locura de Doña Juana, y la segunda, por muerte de su abuelo Maximiliano, apareció uno de esos genios que dejan de tarde en tarde por su valor, por su talento, ó por sus virtudes, una estela luminosa en el prosaico laberinto de intrigas y miserias que se agitan y revuelven en todas las etapas de los siglos.

Á su edad, cuando tenía todo lo necesario para ser dichoso, una inmensa fortuna, buena salud, una sociedad agradable, amigos afectuosos y cuantas mujeres pudiera desear, pensaba meterse en el laberinto de una rehabilitación muy problemática, porque un audaz le había hecho ver que podría representar en este asunto un buen papel... ¿No era el mejor de todos vivir lo más agradablemente posible, apartando de toda complicación?

Yo, que estoy viendo á estos marineros, embutidos materialmente en el laberinto de los modernos adelantos, sin reparar siquiera en ellos; descansar estoicamente sobre el remo en sus lanchas, sin dirigir una mirada de curiosidad á la rugiente locomotora que, al llegar al muelle, á veinte varas de ellos, agita el agua sobre que se columpian; rodear una legua, por el Alta, para ir al otro extremo de la población, por no atravesar ésta por sus modernas y animadas calles; yo que , en una palabra, hasta qué punto conservan las aficiones y las costumbres de sus abuelos, á pesar de haber invadido sus barrios la moderna sociedad con su nuevo carácter, me he resistido á creer en uso entre ellos, en la actualidad, escenas como las que voy á referir; y sólo después de haberlas palpado, como quien dice, he podido atreverme á asegurar, como aseguro, que no es la Buena Gloria una costumbre perdida ya entre los recuerdos de la antiquísima colonia de pescadores, favorecida ... y asustada, en una ocasión, con la presencia del rey Don Pedro I de Castilla.

Aquí, casi bajo mis plantas, la ciudad romana y gótica, triste, sucia, sombría, en laberinto inexplicable, pero llena de misterio, de tradiciones y monumentos típicos.

Menos defectuosas, bajo este aspecto, y por su plan las mejores, son La entretenida y El laberinto de amor. Aquélla es una comedia de capa y espada no despreciable, imitada después por Moreto en su Parecido en la corte, aunque sea muy superior á su modelo. El argumento es el siguiente: Marcela, hermana de Antonio de Almendárez, ha sido prometida á su primo Silvestre, que debe llegar con la primera flota de América. Hacia este mismo tiempo debe venir de Roma la dispensa; pero el estudiante Cardenio, enamorado de Marcela, soborna al escudero de ésta, y consigue introducirse en la casa de Don Antonio. El astuto escudero le aconseja que finja ser el esperado Silvestre, y le da cuantas noticias necesita para representar con verosimilitud su papel. En este concepto se presenta Cardenio á Don Antonio, que lo recibe como si fuese el pariente, que ha llegado de América; pero se da tan mala traza para llevar adelante su empresa, que no sabe captarse el amor de Marcela, y al fin se descubre el engaño con la venida del primo, que prueba la identidad de su persona. Deshácese, sin embargo, el matrimonio de Silvestre y de Marcela, porque el Papa niega la dispensa. Con esta sencilla acción principal se enlaza otra episódica. Don Antonio ama á Marcela Osorio, idéntica á su hermana en el nombre y en las facciones, encerrada por su padre Don Pedro en un convento. Don Antonio ignora esta circunstancia, y se desespera tanto al saber su desaparición, que se queja amorosamente á su hermana, engañado por su singular semejanza. Un amigo de Don Antonio le informa del paradero de Marcela, y consigue de Don Pedro que consienta en el matrimonio de su hija; pero Marcela ha prometido su mano y dado palabra escrita de casamiento á un cierto Don Ambrosio.

Un rincón es de enredaderas, y el de al lado de helechos gigantescos, con hojas como plumas. En un laberinto flotan sobre el agua la ninfea, y el nelumbio rosado del Indostán, y el loto del río Nilo, que parece una lira. Un bosque es de árboles de copa de pico: pino, abeto. Otro es de árboles desfigurados, que dan la fruta pobre, porque les quitan a las ramas su libertad natural.

Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega.

Palabra del Dia

hociquea

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