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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Adoro a los hombres que no han recibido nada de la suerte ni de la cuna, y que luchan contra este oleaje. Seremos muy amigos. ¿Está usted de guarnición en la Isla? Pues venga a vivir a mi casa siempre que pase a Cádiz. ¿En dónde reside usted para ir a visitarle todos los días...? Sin atreverme a rechazar tan vehementes pruebas de benevolencia, me excusé como pude.
Mi deber me ordena el atreverme a todo para conseguir el bien; lo seguire, pero sera con prudencia. Senor, vos me habeis ordenado el venir a encontraros al ponerse el sol; vedle que va a eclipsarse detras de la montana. iBien! quiero contemplarle.
Ya desde muy antiguo sonaba en las aulas cierto familiar proverbio que he de atreverme a citar aquí, porque viene en apoyo de mi aserto, aunque se vale de palabras nada bonitas ya de puro vulgares.
Tío respondió Gonzalo suavemente, antes de atreverme a decirle a usted lo que acaba de oir, han ocurrido cosas que me obligaban a dar este paso. Mis relaciones con Venturita son formales. Su madre las conoce y las ha autorizado, y a estas horas también su padre debe tener noticia de ellas. ¿Y las autorizará? Estoy seguro de ello.
Si es difícil trasladarse en espíritu á principios del siglo XVI sin salir de España, más lo es volar á Grecia ó á Italia no pocos siglos antes, y no por eso dejo de atreverme á decir que comprendo, estimo y admiro á Píndaro, á Horacio, á Virgilio, á Dante y al Petrarca.
Como tengo aún muchísimo que decir sobre este asunto y usted recomienda la brevedad, y yo no atino con ella, he guardado esta carta, escrita desde hace días, sin atreverme á enviarsela á usted y casi desistiendo ya de enviársela.
A pesar de su mal humor por la aventura en la Universidad y por las persecuciones que le podían hacer sufrir estos pigmeos, de los que era esclavo, Gillespie no pudo contener una carcajada. Después sofocó su risa para excusarse cortésmente: No crea, profesor, que me río de usted. Le estoy muy agradecido para atreverme á tal insolencia.
Acabo de saber, por la portera, que es V., en efecto, hermano «de esa chica,» y me pesa muchísimo de haber tenido con V. esa cuestión... ¿Qué cuestión? La que tuvimos, antes de entrar V... ¡Caramba, si yo lo hubiera sabido!... ¡Cómo había de atreverme! Por Dios, me dispense V. A Marte, al decir esto, se le había suavizado notablemente la expresión del semblante: la voz tampoco era tan profunda.
»Olga digo, ha sido presunción de mi parte el atreverme a tenderte la mano: sé muy bien que no soy digno de ti, te suplico desde el fondo del corazón, olvídalo, yo nunca te lo recordaré. »Y en ese instante, tío ¿cómo pintarte lo que pasó? déjame un instante... ¡el recuerdo!... Pero ¿para qué? seré fuerte, querido tío, voy a dominarme.
Sin embargo, tal es el amor que tenemos a nuestros hijos, y la presente Meditación es hija mía, que aunque haya nacido enclenque y ruin; no he de atreverme a matarla.
Palabra del Dia
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