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Actualizado: 9 de julio de 2025


No tengo dinero, peco estoy segura de poder reunirlo antes de seis meses. ¿Quieren ustedes firmar el documento de que he hablado desistiendo de toda queja contra Antoñuelo y recibir en cambio otro documento en que yo me comprometa a pagar los ocho mil reales? Este es el asunto, y no hay para qué andarse por las ramas. Conteste usted, don Ramón, y diga que o que no.

Los gritos y alaridos mensageros Allí son de una nave á otra enviados, Y cada cual socorro demandaba, Que igual era el dolor que se pasaba. Librónos nuestro Dios de aquel tormento, De aquel trance y dolor tan doloroso, Desistiendo el feroz y crudo viento, Y viniendo bonanza con reposo.

En Gonzalo de Córdoba y en Hernán Cortés, por ejemplo, hay un no qué de sobrenatural que nos pasma y con lo que sería delirio contar para todas las ocasiones. En la ocasión presente y desistiendo de exigir como obligación ó como deber las inspiraciones ó los milagros del genio, nuestros generales, antes Martínez Campos y ahora Weyler, merecen aprobación y aun aplauso.

Como tengo aún muchísimo que decir sobre este asunto y usted recomienda la brevedad, y yo no atino con ella, he guardado esta carta, escrita desde hace días, sin atreverme á enviarsela á usted y casi desistiendo ya de enviársela.

Ir a verla para ceder y caer en sus redes, burlándose de sus votos, dejando mal al obispo, que había recomendado su solicitud de dispensa, y hasta al Sumo Pontífice, que la había concedido, y desistiendo de ser clérigo, le parecía un desdoro muy enorme. Era además una traición contra su padre, que amaba a Pepita y deseaba casarse con ella.

Muchas veces le había asegurado que dejaba las cosas bien arregladas para después de su muerte. Eran los otros, que intentaban robarla... Y desistiendo de la compra del revólver, se lanzó en las aventuras de un pleito con el fervor apasionado que despiertan en algunas mujeres los incidentes, embrollos y peleas de todo litigio.

Torrebianca había querido escribir, desistiendo al fin de tal esfuerzo. Se imaginó ver á su amigo, en las altas horas de la noche, arrojando la pluma que él acababa de descubrir caída en el suelo y diciendo con la indiferencia del que se considera ya por encima de las preocupaciones terrenales: «¡Para qué!...» Permaneció absorto, con estos papeles en una mano.

Palabra del Dia

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