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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Como por rápida pendiente, aunque con suave y apenas sentido movimiento, se inclinó su corazón a no desear sino aquellos coloquios con un hombre en quien hallaba ingenio, discreción y sublimidad en el pensar y en el sentir, hasta entonces no descubiertos por ella en ser humano, y de que sólo sabía por los libros que había leído.

Teodoro se inclinó, y besando la frente de la Nela, dijo así con firme acento: Mujer, has hecho bien en dejar este mundo. Florentina se echó a llorar, murmurando con voz ahogada y temblorosa: Yo quería hacerla feliz, y ella no quiso serlo. Adiós ¡Cosa rara, inaudita!

Don Víctor inclinó la cabeza y encogió los hombros, dando a entender que no era responsable de aquella terquedad. «

Se había dormido pensando en la necesidad de decirle una cosa... una cosa muy importante. Maltrana inclinó su cabeza para oír mejor. Habla: dime qué es eso. Pero Feli se resistió a hablar, ocultando su cara al mismo tiempo que sus mejillas se enrojecían intensamente. No; así no. Temía que alguien la oyese; que sus palabras llegasen hasta el devoto, que dormía al otro lado del tabique.

Tal vez haya sido esto principio de una tosca heráldica; pero me inclino a pensar que, como en aquellos días el verdadero nombre de un individuo descansaba únicamente en su deleznable palabra, nadie hacía de ello el más leve caso. ¿Te llamas Clifford, no es verdad? dijo Boston, dirigiéndose con soberano desprecio a un tímido recién llegado al campamento.

No volverán». Al decir esto, un terrible chasquido sonó bajo nuestros pies en lo profundo del sollado de proa, ya enteramente anegado. El alcázar se inclinó violentamente de un lado, y fue preciso que nos agarráramos fuertemente a la base de un molinete para no caer al agua. El piso nos faltaba; el último resto del Rayo iba a ser tragado por las olas.

El señor Macey contrajo los labios, inclinó más todavía la cabeza hacia un costado y sus pulgares se pusieron a girar con un movimiento rápido, mientras que sus ojos seguían a Godfrey a través del baile. Por último resumió su opinión: Es bastante bien hacia abajo; pero sus espaldas son demasiado redondas.

El cual, al ver a su mujer, acarició su espesa barba y lanzó un profundo suspiro. El también sentía cierta admiración por Kotelnikov, con motivo de su originalidad. Cuando se inclinó sobre el moribundo, éste, haciendo acopio de todas sus fuerzas, exclamó: ¡Aborrezco a ese diablo negro!

Oyendo lo cual Trifaldín, inclinó la rodilla hasta el suelo, y, haciendo al pífaro y tambores señal que tocasen, al mismo son y al mismo paso que había entrado, se volvió a salir del jardín, dejando a todos admirados de su presencia y compostura.

¿Qué lleva usted ahí?... ¿Es la caja de las herramientas? El hombre pareció dudar, pero al fin se le impuso la enérgica expresión interrogativa, e inclinó la cabeza afirmativamente. Después el silencio se hizo largo y penoso. Unos presos colocaban la cama de aquel hombre en un rincón de la sala.

Palabra del Dia

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