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Entre tanto, el rey me ha dado esa casita y algunas tierras acá en el sur, y de su producto vivimos. ¡Á ver, muchachos! ¿Cuál es el precio de los dos pulgares de vuestro padre? Veinte vidas escocesas, contestó el mayor. ¿Y por los otros cuatro dedos que me faltan? Diez vidas más, dijo su hermanito. Total treinta.

Hombre añadió el fiscal repantigándose en su silla y metiendo los pulgares por las sisas del chaleco : un Alejandro que tiene por hermanos a un Héctor y un Aquiles, no puede ni debe ser otro de menor talla que el de Macedonia, el Magno, que llamamos la Historia y yo. Además, según mis noticias, es tuerto como su ilustre padre, el jumista Filipo. Otro rasgo de familia...

¿Qué mejores -dijo Sancho- que "entre dos muelas cordales nunca pongas tus pulgares", y "a idos de mi casa y qué queréis con mi mujer, no hay responder", y "si da el cántaro en la piedra o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro", todos los cuales vienen a pelo?

Y el señor Pulido, dando vueltas a sus pulgares, añadió con suavísima sonrisa: ¡Oh, señora condesa!... Si usted quiere, con razón se llamará ese baile la dulce alianza... La dama extendió ambas manitas con gesto de cómico espanto. ¡Ay, no, no, Pulido, por Dios!... ¡Si así se llama la confitería de la Carrera de San Jerónimo!

24 Hizo llegar luego los hijos de Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre la ternilla de sus orejas derechas, y sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés la sangre sobre el altar en derredor;

Si fuera descalzo, se notaría que camina con los pulgares del pie doblados hacia abajo. No tiene esto nada de extraño, porque el sepulturero abusa del cloroformo. Incidencias del oficio lo han llevado a probar el anestésico, y cuando el cloroformo muerde en un hombre, difícilmente suelta.

Señor caballero, si tiene algo que darnos, dénoslo ya, y vaya con Dios, que ya enfada con tanto querer saber vidas ajenas; y si la mía quiere saber, sepa que yo soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares.

Inclinando su cabeza blanca hacia un costado y haciendo girar sus pulgares con un aire de satisfacción ligeramente acentuada con una pizca de crítica, sonrió con compasión en respuesta a la interpelación del tabernero y dijo: , ; es cierto, es cierto; pero dejo hablar a los demás. Ahora estoy retirado de los negocios y he cedido el puesto a los jóvenes.

El señor Macey, por ejemplo, fue una noche expresamente para decirle a Silas que los acontecimientos recientes le habían dado la ventaja de que se lo considerara con más fervor un hombre cuya opinión no se había formado a la ligera. Con este fin, así que hubo unido sus pulgares, comenzó la conversación diciendo: ¡Vamos! Maese Marner, vamos, no tenéis para qué permanecer ahí sentado y gimiendo.

Yo... la dotrina replicó la penitente temblando... muy mal. No nada. El capellán no hizo aspavientos. Al contrario, le gustaba que sus catecúmenos estuvieran rasos y limpios de toda ciencia, para poder él enseñárselo todo. Después meditó un rato, las manos cruzadas y dando vuelta a los pulgares uno sobre otro. Fortunata le miraba en silencio.