Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de mayo de 2025
Yo... la dotrina replicó la penitente temblando... muy mal. No sé nada. El capellán no hizo aspavientos. Al contrario, le gustaba que sus catecúmenos estuvieran rasos y limpios de toda ciencia, para poder él enseñárselo todo. Después meditó un rato, las manos cruzadas y dando vuelta a los pulgares uno sobre otro. Fortunata le miraba en silencio.
Por centenares podríamos haber consignado nombres de tejedores, á partir del siglo XV, y como muestra no más, quedan citados algunos, para conocimiento de las diversas telas que produjeron: sirgos, cendales, oro y sirgo, terciopelo, oro y seda y paños reposteros en los siglos XIV y XV. En el XVI cítanse ya tejedores de damasco, de seda, de raso, de tocas, terciopelos, oro y seda, mantos, oro tirado, randas, tafetanes, buratos y brocados; y en el XVII y XVIII húbolos que hacían también pasamanos y rasos y paños de seda y oro.
La miseria de mi situación me ha hecho curioso: he querido saber lo que cobra el clero en España y lo que llega a manos de nosotros, los soldados rasos. Las peticiones y pensiones de la Iglesia forman una selva intrincada, aparte de los cuarenta y un millones. No hay ministerio adonde no lleguen sus raíces; su ramaje se extiende por todos los patios, corredores y tejados del edificio de la nación.
Las sedas, los rasos, la grata comodidad de los muebles, cuyas curvas incitaban a la voluptuosidad, la satisfacción de aprovecharlo todo, siendo ajeno, y la presencia de aquella mujer, que aunque ordinaria parecía una figura de Rubens, le tenían extático, suspenso el espíritu y alborotados los sentidos.
¡Sí, es mucha Curra esa! dijo lastimeramente una señora vieja, avellanada, pringosa, que asomaba entre rasos y blondas, como en su papelillo calado un dulce de almíbar. Yo nunca creí que tuviera valor para presentarse aquí esta noche observó otra. ¡Bah!... A eso y mucho más llega su desvergüenza. ¿Su desvergüenza? preguntó Diógenes . ¿Y por qué? ¿Por qué?... Capaz serás tú de defenderla.
De repente, una puerta se abría, un ruido de sedas cuyo frou-frou creeríase el paso de un duende, dejábase oír en la habitación, y a través de la media luz azulada del velador, el pobre viejo, enfermo y postrado, veía atravesar como un fantasma la sombra fascinante de Blanca, arrastrando ondas de rasos y encajes y dejando a su paso el perfume capitoso de juventud que embalsamaba la visión de Fausto.
Un día, fingiendo que para airearlos había sacado del cofre los trajes de teatro, le esperó vestida de odalisca zarzuelera, con perlas de vidrio entre las trenzas, collar de monedillas de cobre, y el cuerpo impúdicamente semioculto entre rasos deslucidos y gasas tazadas, pero al fin rasos y gasas como don Quintín no los había visto ni en sueños.
Frescos brillantes de Ziegler, suelos magníficos de mármol, cielos rasos preciosamente cincelados bajo la direccion de Derre; todo llama y provoca la materia; todo incita nuestros sentidos; todo es contra la poesía del templo, porque todo es contra la poesía del alma; sobre todo, contra la poesía austera y sublime de la Cruz.
Es un arco iris como el resumen, o mejor dicho, principio y fin de todo lo visible. En la habitación estaba Florentina, no ensartando perlas ni bordando rasos con menudos hilos de oro, sino cortando un vestido con patrones hechos de Imparciales y otros periódicos.
Nombra a todos los soldados generales, como quieren algunos, y se acabó el ejército; haz a todos los jefes soldados rasos, como piden otros, y no habrá quien dirija; total, el mismo resultado. Pues esto aplícalo a los paisanos, y comprenderás por qué pienso yo como pienso.
Palabra del Dia
Otros Mirando