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Actualizado: 15 de junio de 2025
Pues el jinete de ese viejo cuartago, don Juan Téllez Girón, el marido de doña Clara Soldevilla, el maltratador de don Rodrigo, el salvador de la reina, ha estado á punto de dar con vosotros al traste, señores conspiradores de palacio: á él debéis el haber estado dos días separados de vuestros oficios, aturdidos sin saber de dónde venía el golpe. ¡A él! Mejor dicho, me lo debéis á mí. Explicáos.
¿Pues cuántos maridos tiene doña Clara? Uno: el sobrino del cocinero del rey, que es lo mismo que don Juan Téllez Girón. ¡Ah! ¡es cierto! me había olvidado. Pero estamos perdiendo el tiempo. Debemos concluir por el momento. Tenemos prendas recíprocas... es decir, estamos unidos por la necesidad. Sepamos cómo quedamos. ¿Pues cómo hemos de quedar? Unidos como hemos debido estarlo siempre.
Buscó la placa de oro con la cruz de Santiago esmaltada, que le había dado para su ex sobrino don Juan Téllez Girón, el duque de Lerma, y halló que no parecía; vivamente asustado, buscó con ansia el vale que le había dado el duque de Lerma por valor de mil ducados, y halló que tampoco parecía; un enorme reloj de plata, que Montiño usaba para acudir con regularidad á las funciones de su oficio, había también desaparecido; y, por último, hasta le habían despojado del lienzo de narices.
Antes de entrar en la materia de este capítulo, debemos dar algunas noticias á nuestros lectores á la manera de sueltos de periódico: Don Juan Téllez Girón fué preso aquel mismo día, en el aposento de su esposa doña Clara de Soldevilla, como acusado del estado en que se encontraba don Rodrigo Calderón, y en el momento en que preparaba un viaje, circunstancia agravante que el alcalde encargado de su prisión hizo constase en la diligencia del escribano que le acompañaba.
Ignorábalo el duque, y esta ignorancia le aterraba. Además dijo el rey , orden de prisión contra don Francisco de Quevedo y don Juan Téllez Girón. Los enviaréis á Segovia. Lerma no se atrevió á replicar. Id, id; extended todas esas órdenes y traérmelas al momento para que las firme. Y el rey se levantó y escapó por una puerta de servicio. El duque quedó aterrado en medio de la cámara.
Don Pedro Girón, que era violento, se sentó temblando de pasión y de deseo junto á ella. Os amo dijo el duque de Osuna , y os declaro que soy tan vuestro, que no soy mío. Acoged propicia mi amor, que os juro que es tal, que si se ve despreciado, dará lugar á alguna desgracia. Señor duque dijo tranquilamente doña Juana , mirad que os oye el duque de Gandía. Y señaló á su pequeño hijo.
¡Oh! no temáis, señor; yo no sé cómo lo he dicho á vuecencia; ¡estaba loco!.., pero ahora, con el amparo de vuecencia, es distinto... distinto de todo punto... empiezo á vivir de nuevo. Id, pues, á ver á doña Ana, y convenid con ella á qué hora podré verla esta noche. Iré, señor. Y volved á avisarme. Volveré. Buscad á don Juan Téllez Girón, y dadle de mi parte esa cruz. Le buscaré.
Una guirnalda de flores primorosamente tallada en el mármol coronaba esta inscripción. «Lo que más sorprende en Aldeacorba es el espléndido sepulcro erigido en el cementerio, sobre la tumba de una ilustre joven, célebre en aquel país por su hermosura. Doña Mariquita Manuela Téllez perteneció a una de las familias más nobles y acaudaladas de Cantabria, la familia de Téllez Girón y de Trastamara.
¡Ta! ¡ta! ¡ta! dijo el bufón, mientras Juan Montiño, el alférez Saltillo, Velludo, el cocinero mayor, los hombres que conducían el bulto y los dos soldados de la guardia española, entraban en la hostería de donde habían salido los tres jóvenes ; mucho será que el misterio de ese nacimiento no se aclare esta noche para el señor don Juan Girón y Velasco. ¡Pobre Dorotea! todo la viene mal: el don Juan, al saber quién es, puede suceder que la desprecie. ¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío! ¡hay criaturas que nacen maldecidas!
El señor capitán don Juan Girón y Velasco. ¡Ah, ese joven! exclamó con un acento singular el religioso. Aquí hay una escalera dijo el bufón , y no hubiera querido traeros por estos polvorientos escondrijos, pero vos habéis deseado conocerla... asíos á las faldas de mi ropilla. Empezaron á subir. ¿Sabéis dijo el bufón que hay esta noche gente sospechosa en palacio? Lo sé, y la Inquisición vigila.
Palabra del Dia
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