Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de mayo de 2025


Debía estar soñando; aquel mundo no podía existir. De seguro que de un momento a otro iba a despertar, encontrándose en el camastro de la calle de los Artistas. Los seres que le rodeaban no eran reales. Aquellos perros que caminaban sin el más leve ruido, sin respirar, volviendo la cabeza hacia el amo como si le ladrasen con los ojos, eran unos perros de ensueño.

Francisco Delaberge se despertó con una sensación de confusa alegría, según sucede cuando por la mañana se conserva aún la impresión de un hermoso sueño desvanecido; después, disipadas ya las últimas brumas del ensueño, se percató de que su vaga alegría era causada por el recuerdo de su conversación con la señora Liénard; pero al propio tiempo recordó que aquel mismo día había de regresar la joven viuda a Rosalinda y su alegría se desvaneció al pensar en su prolongada residencia en Chaumont.

Ferragut avanzó por una calle solitaria, entre dos filas de árboles de fresco trasplante, que empezaban á dar su primer estirón. Miraba las fachadas de las «torres», hechas de bloques de cemento imitando la piedra de las viejas fortalezas, ó con azulejos que representaban paisajes de ensueño, flores absurdas, ninfas azuladas. Al descender del tranvía había adoptado una resolución.

El primer movimiento de Ojeda fue de molestia y de cólera, como el que en mitad de un ensueño dulce se ve despertado. Aborrecía a esta mujer hermosa, por su tiesura varonil; no podía soportar la mirada de sus ojos claros, de fijeza insolente, que parecían retar a un duelo a muerte. Quiso volver la cabeza hacia el Océano, pero ella no le dio tiempo.

Al relatar su ensueño ante el emperador y su corte, cantó con expresión tan vagorosa y dulce, los brazos caídos y la extática mirada en lo alto, como si viese llegar montado en una nube al misterioso paladín, que el público no pudo contenerse ya, y como la retumbante descarga de una fila de cañones, salió de todos los huecos del teatro, hasta de los pasillos, la atronadora detonación de aplausos y gritos.

Mis alambicados pensamientos y el ensueño ideal que repentinamente, tarde y fuera de sazón, movían y embriagaban mi alma, la llenaban de desesperanza y de anhelo de muerte, aunque yo seguía hallando hermoso el mundo, y rico en encantos, en curiosos misterios y en amena variedad de casos el espléndido tejido de la vida humana.

Miró entonces por la ventana y vio a una mujer sentada al piano. Llegó a sus oídos al mismo tiempo una música en sordina y el susurro de un canto a media voz. Es de Tristán murmuró quedamente Ojeda en su oído . El lamento desesperado de Iseo. Los dos permanecieron en silencio a ambos lados de la ventana, escuchando el canto que venía del interior con lejanías de ensueño.

Y ahora que os dejo, permitidme por lo menos confesar esto: no os agraviéis, vos que estimáis que mis días han sido un ensueño. Entretanto, si la esperanza se ha ido, en una noche o en un día, en una visión o en un sueño, ¿se ha ido menos por eso? Todo lo que vemos o nos parece, no es sino un ensueño en un ensueño!

Sus miradas se dirigen sin cesar hacia el camino, por donde, entre el polvo y el sol, las mujeres, vestidas con trajes claros, llegan a pie o en carruaje. ¿Buscas a Gertrudis? pregunta de improviso detrás de él la voz de Martín. Se estremece, violentamente sacado de su ensueño. ¿Pero qué tienes, muchacho? ¿Acaso te duele haber marrado el tiro, a estás durmiendo en pleno día?...

Y abres en cruz tus brazos soberanos, Para llamar a todos tus hermanos, Como un Dios en lo alto de una cumbre. Mujer de fresa y nieve y terciopelo, Suave como los besos de las brisas, En cuyos ojos el azul del cielo Es una flor de luz rota en sonrisas; Hada dormida en pálido y sonoro Ensueño ideal de amores y sigilos, Cuyos cabellos de fragante oro perfumaron a un rey entre sus hilos;

Palabra del Dia

hociquea

Otros Mirando