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La elegía, escrita por su padre sobre esta desgracia, y en la cual pinta la lucha de la resignación cristiana con el amor paternal, es de las más tiernas que cuenta la poesía de su patria. He aquí alguna de sus estrofas: «Este de mis entrañas dulce fruto Con vuestra bendición, ¡oh Rey eterno!

Pero los otros dos cayeron como fieras sobre él. Cuando se tiene dinero se quiere más. La ambición es insaciable. Fernanda era muy orgullosa y no pasaría por que ninguna otra chica en Lancia pudiese ostentar tanto lujo como ella. Si D. Santos elegía esposa en la población, le podría hacer competencia desastrosa: era una mosca que no se quitaría jamás de la nariz.

Hasta aquel instante no había reparado que Emma se había quitado muchos años de encima aquella noche, sobre todo en aquel momento; no le parecía una mujer bella y fresca, no había allí ni perfección de facciones ni lozanía; pero había mucha expresión; el mismo cansancio de la fisonomía; cierta especie de elegía que canta el rostro de una mujer nerviosa y apasionada que pierde la tersura de la piel y que parece llorar a solas el peso de los años; la complicada historia sentimental que revelan los nacientes surcos de las sienes y los que empiezan a dibujarse bajo los ojos; la intensidad de intención seria, profunda y dolorosa de la mirada, que contrasta con la tirantez de ciertas facciones, con la inercia de los labios y la sequedad de las mejillas: estos y otros signos le parecieron a Bonis atractivos románticos de su esposa en aquel momento, y el imperativo quédate le halagó el amor propio y los sentidos, después del mucho tiempo que había pasado sin que Emma hiciera uso de la regia prerrogativa.

Corramos al combate, á la venganza Y el que niegue su pecho á la esperanza Hunda en el polvo la cobarde frente. Cuando tremolen patrios pabellones Anunciando del pueblo la victoria, Entone el vate bélicas canciones Y cante los guerreros y la gloria; Mas si la patria yace en agonía Rompa el canto á la fúnebre elegía.

Los diarios oposicionistas, por el contrario, soltaban, ocupándose del suceso, todos los registros de sus respectivas trompeterías, prorrumpiendo en gemidos o gritos de horror, según les soplaba el viento, a la elegía o al ditirambo...

El poeta malo se entretiene en colocar uno sobre otro sus endecasílabos, como los ladrillos en una construcción. Luego entrega las cuartillas a una niña rubia que aguardaba para llevarlas a un periódico. El hijastro de Apolo charla después conmigo de literatura. Me lee una oda Al Sol, un soneto A una ingrata y una elegía A la muerte de la virgen de sus amores primeros. ¡Hace ya tantos años!

No era muy numeroso el bando de D. Fadrique, no por falta de simpatías, sino porque él elegía á sus parciales y secuaces haciendo pruebas análogas á las que hizo Gedeón para elegir ó desechar á sus soldados. De esta suerte logró D. Fadrique tener unos cincuenta ó sesenta que le seguían, tan atrevidos y devotos á su persona, que cada uno valía por diez.

Se detuvo, no porque había agotado sus argumentos que los elegía en un arsenal inagotable como si se calmara de súbito por una reacción instantánea sobre mismo. Nada igualaba en Oliverio al temor de parecer ridículo, al cuidado que poseía en no decir mucho o demasiado poco, al sentido riguroso de la medida. Escuchándose advirtió que hacía un cuarto de hora que estaba divagando.

Y diciendo esto, levantose de la caja del piano próximo un murmullo vivo, que pronto fue un lamento, expresión de iracundas pasiones. Era la elegía de los dolores humanos, que a veces, por misterioso capricho de estilo, usa el lenguaje del sarcasmo. Luego las expresiones festivas se trocaban en los acentos más patéticos que pudiera echar de la voz misma de la desesperación.

Un tanto reposado, pasé a la orilla del río para ver qué vapores había; ¿sabéis cual fue mi primer encuentro? Mi tuerto sabanero, sentado melancólicamente en una piedra, con mi maleta terciada a la espalda, al rayo del sol y entregado a la plácida tarea de hacer patitos en el agua con guijarros que elegía cuidadosamente. ¡Oh, santa paciencia!