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Actualizado: 25 de julio de 2025
Pero fuera por discreción o porque, según se desprendía de una frase del doctor, era poco aficionado a ceder su compañía, aquel a quien su compañero llamaba el señor Domingo no se nos acercó hasta muy entrada la tarde; y la cordial amistad que después nos unió debía tener fundamento aquel día en un hecho de los más vulgares.
Veía con delicia las mangas de riego, sintiendo ganas de recibir la ducha en sus propias carnes; pero luego se desprendía del suelo un vapor asfixiante, mezclado de emanaciones nada balsámicas, que la obligaba a avivar el paso.
Angelina desprendía de sus cabellos la deseada flor, y me la ofrecía por alto, como se ofrece a un niño el incitante fruto acabado de cortar. Yo me fingía enfadado: ¿Así, señorita? ¡Así, caballero! No; como tú sabes.... Linilla sonreía, besaba la flor, y me la daba. ¡Inolvidables besos! ¡Dulces besos recogidos en la corola de una rosa!
Cuando por las tardes Baltasar lograba acercarse algún tanto a Amparo e inclinaba la cabeza para hablarle, sentíase envuelto en la penetrante ráfaga que se desprendía de ella, causándole en el paladar la grata titilación del humo de un rico veguero y el delicioso mareo de las primeras chupadas.
De esta parte se desprendía un corredor con barandado basto, que era la calleja de amargura por donde se habían de conducir los Reos a oir sus sentencias en una como jaula bolada, hacia el frente del Altar, en proporcionada distancia.
Luego, por todas partes ciñéndolo y adornándolo todo, ramas de palmera, de espino, de abeto, de tomillo, de tuya, de romero, grandes trozos de musgo y un sinnúmero de velitas y candelas amarillas, rojas, blancas y verdes, de cuyas llamas se desprendía un humo tenue y vaporoso, que envolvía el conjunto en una neblina misteriosa y poética...
No se desprendía de este sello ni por un solo momento; aquella divisa, insignificante para otra cualquiera y para ella tan expresiva, no podía pertenecer más que a ella misma. ¡De Judit procede esta carta! exclamó Arturo. Y la dejó escapar de sus temblorosas manos. Pues bien, eso implica la seguridad de que existe aún y piensa en usted... Debe, pues, estar satisfecho.
Era necesario partir; saludé a todos y tendí la mano a Valentina con efusión, pero ella dejó caer la suya con indiferencia entre las mías, mientras que con la otra desprendía de su cintura el ramo de jazmines ya marchito dejándolo caer sobre el piano.
Y apenas lo hube pensado y deseado, acudió la mariposa más gentil y juguetona que he visto en mi vida; y revoloteando en torno de la rosa, se posó en su seno, sin ladear apenas el flexible tallo, y libó la miel del cáliz de oro. Noté, sin embargo, que esto no bastaba. De la rosa se desprendía exquisita fragancia, que iba disipándose por el ambiente y que el céfiro esparcía en sus alas.
Cuando niños, ha sido la alegría de todos nosotros correr diestramente á lo largo de este borde tembloroso y hundirlo á patadas en enormes fragmentos, huyendo oportunamente para no ser arrastrados en la caída, siendo grande nuestra alegría, cuando una enorme masa de tierra se desprendía y caía con estrépito enturbiando extensamente el agua del arroyo.
Palabra del Dia
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