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Actualizado: 21 de julio de 2025
La noble faz de Ramoncito se descompuso al escuchar estas pesadas palabras. Todo su cuerpo se estremeció de furor. No se sabe qué acto bárbaro e insano hubiera realizado a no sujetarle Castro por la manga del frac, diciéndole: Déjala, hombre. ¿No ves que tiene ya mucho alcohol en la cabeza? Castro tenía del otro lado a la Nati.
Vestido siempre con elegancia, viviendo en hoteles caros y sin ninguna renta conocida, el coronel sospechaba una serie de empréstitos amistosos hechos al príncipe. Pero éste había permanecido ausente de Monte-Carlo casi desde el principio de la guerra, y don Marcos encontraba á Castro todos los inviernos instalado en el Hotel de París, apuntando en el Casino, tratándose con gentes ricas.
Y sin embargo, nunca iba á olvidar su encuentro de un segundo con este soldado que pasaba y se perdía á lo lejos, sin mas tiempo que el necesario para dejar caer cuatro palabras. Despreció á las dos mujeres con su sonrisa irónica. Luego, á Castro, que seguía tremolando su sombrero, le señaló el fondo del vagón, gritándole: ¡Aún queda un sitio!... Y no dijo más. Dijo bastante, Miguel.
Y siguieron por la Carrera de San Jerónimo hguardoa Puerta del Sol. ¿Cómo estás con Esperancita? se dignó preguntar Castro, soltando una bocanada de humo y parándose a mirar un escaparate.
No diré que le pago un capital, ni mucho menos, porque el dinero no cae con la lluvia, pero... es usted soltero, no tiene usted familia, ni obligaciones.... Con lo que tiene usted aquí... ¡le basta y le sobra! ¡Bien! ¡Bien! Quise replicar, pero me pareció inútil toda aclaración. Castro Pérez prosiguió: No estará usted contento en Santa Clara. Lo anuncio desde ahora.
D. Diego de Ulloa, canónigo de la catedral sevillana á fines del siglo XVI, era sobrino del cardenal arzobispo D. Rodrigo de Castro, motivo por el cual, el hombre gozaba de gran influencia y vara alta, lo que, unido á su carácter, un tantico orgulloso y con sus puntos de altanería, hacíanle hombre de trato difícil y poco agradable.
Bermúdez de Castro, dando crédito en esto, como en otras cosas, al interesado, consigna que el Conde de Miranda, Presidente del Consejo de Castilla, declaró explícitamente á Doña Juana Coello que sólo dejando el servicio del Rey de Francia podría abrigar esperanzas de acomodar satisfactoriamente los asuntos.
Se le ocurre que Castro no está en el Casino y don Marcos le busca inútilmente. De todo lo pasado apenas se acuerda. La figura del oficial se ha hundido en la bruma gris que cae sobre su memoria: no es ya mas que un contorno indeciso.
Supúsose que el personage enterrado en la antigua capilla mayor era aquel infeliz duque de Arjona D. Fadrique de Castro, esforzado caballero y protector de trovadores, nieto del maestre D. Fadrique hermano del rey D. Pedro, y cuya desgracia se refiere en aquel romance antiguo que empieza: «De vos el duque de Arjona Grandes querellas me dan.»
La ciudad de Córdoba finalmente dió á este mismo obispo D. Gutierre por juro de heredad, en 8 de setiembre de 1246, quince yugadas de tierra por año y vez en el término de Carchena. Las prebendas á la sazon eran: decanato, arcedianato de la villa, maestrescolía, chantría, arcedianato de Castro, arcedianato de Belmez ó Pedroche, tesorería y priorato, canonicatos y raciones.
Palabra del Dia
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