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Si la escena fuese en Turquía o en Persia, comprendo muy bien que serían entrometidos por demás los extranjeros que se mezclasen en las querellas de los habitantes; entre nosotros, y cuando las cuestiones son de la clase de las que allí se ventilan, hallo muy difícil creer que el mismo M. Guizot conservase cachaza suficiente para no desear siquiera el triunfo de aquella causa que más de acuerdo está con su educación, hábitos e ideas europeas.

Los pastos, maderas y leñas de los montes y dehesas de la Comunidad, eran de uso común para todos los pueblos que la componían, pero el pago de décimas y de los impuestos reales, así como todo lo que se refiere a la jurisdicción local, era propio y esclusivo de los Concejos de las aldeas, que obraban en esto con completa independencia de la Comunidad: esta comunión de intereses no se limitaba únicamente al goce y aprovechamiento de los términos, sino que se estendía a los servicios que de tropas y dinero se hacían a los reyes, y como quiera que desde tiempo inmemorial hubiese querellas sobre la cantidad con que debían contribuir la villa y respectivamente las aldeas, se declaró por varias sentencias, que las últimas contribuyesen con tres partes, y la primera con lo restante, o sea una cuarta parte, cuya jurisprudencia estuvo en uso hasta que se establecieron las leyes de Castilla.

El testamento cita los libros añadió Ojeda . Un tratado en verso sobre la venganza de la muerte de Agamenón, otro tratado de las Querellas de la Paz, la filosofía moral de Aristóteles y las obras de Erasmo, el autor de moda en aquel entonces... Esto prueba que los conquistadores no fueron brutos heroicos, incapaces de escribir su nombre, como se ha creído después, equiparándolos a todos con el duro e iletrado Pizarro.

Supúsose que el personage enterrado en la antigua capilla mayor era aquel infeliz duque de Arjona D. Fadrique de Castro, esforzado caballero y protector de trovadores, nieto del maestre D. Fadrique hermano del rey D. Pedro, y cuya desgracia se refiere en aquel romance antiguo que empieza: «De vos el duque de Arjona Grandes querellas me dan

Las querellas de Ocampos y Dávilas forman toda la historia culta de La Rioja. Ambas familias, antiguas, ricas, tituladas, se disputan el poder largo tiempo, dividen la población en bandos, como los güelfos y gibelinos, aun mucho antes de la revolución de la independencia.

Ellos no conocen nada del encadenamiento que une la Teoría de la ciencia de Fichte, el Sistema del idealismo trascendental de Schelling, la Fenomenología y la Lógica de Hegel, la Metafísica de Herbart, con la Crítica de Kant.... «Puede decirse en particular que los ingleses y los franceses no entenderán nada el desarrollo de la filosofía alemana despues de Kant, hasta que habrán penetrado la Crítica de la razon pura, porque nosotros los alemanes dirigimos siempre allí nuestras miradas.... »Así como para orientarse en el laberinto de las calles de una gran ciudad, sirven las casas, los palacios, los templos, pero mas aun las torres que lo dominan todo; así en la filosofía contemporánea, en el enredo de sus querellas, no se puede dar un solo paso seguro, si no se tiene fija la vista sobre la Crítica de Kant.

Reniego de la ciencia que inventa medios de destrucción declaró con gesto elocuente el Marqués . Por las vías diplomáticas pudieran las naciones resolver todas sus querellas. ¡La guerra! ¿De qué sirve la guerra? ¿Vale la pena de que perezcan miles de seres humanos por una cuestión que podría arreglarse con un pedazo de papel y una pluma mojada en tinta, puesta en manos de alguna persona que yo me ?

No podía haber encontrado mejor acompañante que él, un caballero distinguido y serio. Eran querellas entre muchachos; una genialidad de su hijo menor, que le proporcionaba muchos disgustos.

Y este odio silencioso que los dos llevaban en su pensamiento había estallado en la madrugada con la rapidez y la incoherencia de las querellas de borrachos. Unas cuantas palabras ofensivas, a las que no prestó atención el resto de la banda, y de pronto, botellas por el aire, bofetadas, lucha cuerpo a cuerpo.

Me he explicado la melancolía constante y profunda de mi madre; me explico también su disgusto por la sociedad, y aquel vestido simple y uniforme objeto ya de las burlas, ya de los enojos de mi padre: Pareces una sirvienta le decía. Yo no podía dejar de ver que nuestra vida de familia era algunas veces alterada por querellas de carácter más serio, pero jamás fuí testigo inmediato de ellas.