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Actualizado: 21 de julio de 2025
Provienen principalmente de D. Nicolás Antonio, Ximeno, Rodríguez y Fuster, habiendo sido este último el que averiguó el año de su nacimiento y de su muerte. Es hoy tan rara la colección de las comedias de Guillén de Castro, que creemos oportuno copiar aquí sus títulos: Primera parte de las comedias de D. Guillén de Castro: Valencia, por Felipe Mey, 1621.
Sentía el Peregrino salir de Londres, á juicio de Bermúdez de Castro, porque allí pasaba la vida lejos de los negocios, sin tentaciones para su lealtad, y eso no había de sucederle en París, centro de intrigas anti-españolas . ¡Juicio bondadoso!
Esta es la verdad: creían, como el muchacho, que el mancebo estaba en camino de ganar el oro y el moro. «¡Cómo el jefe lo quiere tanto dirían pronto le señalará sueldo, y buen sueldo! Entonces será otra cosa». Pero.... repuso Castro Pérez. ¡Por Dios, Don Quintín! exclamó don Cosme. ¡No hay pero que valga! continuó el escribano. ¡Esa es la verdad! ¡La pura verdad! ¡Eso pasa todos los días!
Otro que tampoco se preocupaba poco ni mucho con la situación geográfica era Ramoncito, aunque por contrario modo. Esperancita estaba con él amabilísima, tal vez porque creyera con ello guardar mejor la ausencia a su prometido Pepe Castro. El concejal, ebrio, loco de alegría, no se apartaba de ella ni un milímetro más de lo que exige la decencia.
El fanático don Pedro Antonio de Castro y Andrade, conde de Lemos, marqués de Sarria y de Gátiva y duque de Taratifanco, que cifraba su orgullo en descender de San Francisco de Borja, y que, a estar en sus manos, como él decía, habría fundado en cada calle de Lima un colegio de Jesuítas, apenas fué proclamado en Lima como representante de Carlos II el Hechizado, se dirigió a Puno con gran aparato de fuerza y aprehendió a Salcedo.
No, tía; pero no puedo mirar tranquilamente la vida de trabajo que lleva usted. Andrés hace por nosotros cuanto puede, y el pobre puede poco. No me avergüenzo de aceptar sus favores; pero eso no debe seguir así, indefinidamente.... Ya sabe usted que en la casa de Castro Pérez gano poco, y que no es posible ganar más. Pues yo creo que allí está tu porvenir....
CASTRO convence su asunto con argumentos Teológico-Dogmáticos: VIVES, al paso que se vale de las Sagradas Escrituras, y doctrina de los Padres, se aprovecha tambien de la erudicion filosófica con una crisis exâctísima. Sentados estos presupuestos voy á mostrar por la Lógica la necesidad de la revelacion.
Le repugnó confundirse con la muchedumbre que vagaba por los alrededores del Casino. Su deseo de no seguir adelante le sugirió una idea. «¿Si fueses á sorprender á Alicia en su casa?... ¡Lo agradecería tanto!» Dos veces más había estado en Villa-Sirena. Miguel encontró á «la Generala» menos hostil y dominadora que la había imaginado; pero no pudo comprender el apasionamiento de Castro.
Su mérito literario es casi siempre escaso, y al parecer, se escribieron más bien por acceder á los deseos y á la conveniencia de los directores de teatros, que por inspiración espontánea del poeta. Poetas dramáticos valencianos. Francisco Tárrega. Gaspar Aguilar. Ricardo de Turia. Carlos Boyl. Miguel Beneyto. Vicente Adrián. Guillén de Castro. Su Cid y el de Corneille.
Después de largo silencio, durante el cual el jurisperito recogió sus ideas, y tosió y se sonó con el inmenso pañuelo de hierbas, habló en tono muy enfático: Ciudadano Juez.... ¡Dos puntos! Castro Pérez alardeaba de ser un «dictador» de primera fuerza, como César, Isabel de Inglaterra, Napoleón y el Arzobispo Munguía.
Palabra del Dia
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