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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


Lope describe la toma de hábito en una epístola a don Francisco Maldonado publicada en La Circe en 1624. Don Guillén de Castro dedicóle la Primera Parte de sus Comedias.

Atilio Castro era un compatriota, un español que había pasado la mayor parte de su existencia fuera de su país. Trataba al príncipe con gran confianza y hasta le tuteaba, á causa de un parentesco lejano. El coronel tenía una vaga idea de que había sido cónsul en alguna parte, pero por breve tiempo. Continuamente le hacía objeto de sus burlas, que él tardaba en descubrir.

En el tiempo de Inglaterra, de la liberalidad del Conde de Essex había vividoBermúdez de Castro lo creyó al pie de la letra, pues añade que, en vista de sus razones, mandó Isabel al Conde de Essex que le alojase en su ostentoso palacio, donde gozó de los placeres del favor y la opulencia.

Bajo el núm. 79 hay una carta de D. Alonso X, con señal de haber tenido sello pediente, espedida en Córdoba á 3 de junio de 1260, de la que se deduce que era general en todas las tierras de la provincia habitadas por moros la resistencia al pago del diezmo, puesto que se hace espresion de la queja del obispo y cabildo contra los moros que labran las heredades de los cristianos en Palma, Castro, Almodovar et otros logares.

D. Félix de Castro, Capitan de Patricios; el Sr. Dr. D. Alejo Castex, Abogado de esta Real Audiencia, y Teniente Coronel urbano; el Sr. D. Nicolas Vedia, Teniente del regimiento fijo de infanteria; el Sr.

Vamos a verlo dijo Castro avanzando hacia ella. ¡Eh, niño, alto! que yo soy de mírame y no me toques.... Bueno, si queréis tocad la espalda añadió generosamente. Y uno tras otro fueron poniendo la palma de la mano en la espalda de aquel hermoso animal que, efectivamente, casi quemaba.

D. José María Morell y Perez, vecino y de este comercio; el Sr. D. Juan Bautista de Elorríaga, de este comercio y vecindario; el Sr. D. José Pastor Lezica, vecino y del comercio; el Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno Sola, Cura rector de la parroquia de Monserrat; el Sr. D. Juan Bautista Castro, vecino y de este comercio; el Sr. D. José Francisco Vidal, Capitan de milicias de infanteria; el Sr.

Ni uno ni otro dieron señales de alegría al verse, como convenía á esposos que habían estado separados largo tiempo. La condesa hizo una reverencia á su marido, y don Fernando de Castro bajó levemente la cabeza en contestación al saludo de doña Catalina. Paréceme, señora dijo el conde , que habíais tomado la resolución de haceros ermitaña.

, tía, me iré; y no por gusto. ¡Bien sabe Dios cuánto me duele esta separación!... Pero no se aflija usted. Es necesario.... Estoy obligado a.... ¡A vivir con tus tías! exclamó interrumpiéndome. Estoy obligado a subvenir a las necesidades de ustedes. ¿Y no te basta con lo que ganas en la casa de Castro Pérez? ¿Te pedimos algo que no puedas darnos?

Diligentes investigaciones de los señores Rodríguez Marín, Cotarelo, Rennert, Castro, han ilustrado después los amores con Micaela de Luján y otros sucesos de la vida de Lope, hasta el punto de que ya hoy tenemos derecho a decir que, por lo menos en sus rasgos fundamentales, la singularísima figura de Lope, libre de las vendas y bálsamos con que la amortajó Montalván, se alza llena de vida ante nuestros ojos.

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