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Actualizado: 14 de junio de 2025
Los distritos de Cottabato, Zamboanga y Davao, aunque poblados por la raza fanática é indolente de los malayos mahometanos, producen abundancia grande de arroz y café, ambos productos de tan excelente calidad que pueden competir con los más acreditados del mundo, dando origen á un comercio reproductivo, suficiente á subvenir á las necesidades de aquel pueblo, cuya preferente ocupación es la guerra.
El sueldo, aunque corto, bastaba para subvenir á las necesidades de la familia en un pueblo secundario. Miguel, en quien los padres tenían cifradas sus esperanzas, mostró desde bien chico viciosas inclinaciones y horror al trabajo. Ni los golpes del maestro del taller donde le habían puesto, ni los castigos de su padre, que cierto no se los escaseaba, bastaron á enderezar su torcida naturaleza.
Pero a la vez se levantó un animado debate respecto de la posibilidad y manera de subvenir a los dispendios de su mantenimiento. Digno de consignarse es que los argumentos no participaron de ninguna de aquellas feroces personalidades a que conducían, por lo general, las discusiones en Campo Rodrigo.
Reconocido este hecho a él debemos ajustar nuestras normas y a sus necesidades tenemos que subvenir; pero hemos de apresurarnos a afirmar que entendemos grave error el considerar esos dos fines como antitéticos. El estudio práctico del español, para ser verdaderamente práctico y eficaz, requerirá en el mayor grado posible el conocimiento y el uso de las obras puramente literarias.
Por muy diversas fases atraviesan los amores: en un principio, Filis quiere guardar fidelidad al poeta; pero éste no puede subvenir al sostenimiento de su amada, la que por él se empobrece, por lo cual su madre la vitupera y maltrata y, por último, la entrega a un amante de mayores posibles.
D. Romualdo vivía sólo. Un hijo que tenía empleado en Málaga se le había muerto hacía cuatro años. Disfrutaba una pequeña renta, suficiente a subvenir a sus cortas necesidades, y no tenía otra ocupación que pescar con caña, ni otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se partía para Consejero entre los anzuelos y los naipes.
Veinte pesos al mes. ¡Y me parece mucho! ¿Cree usted que con eso pueda vivir? Don Juan iba a contestar: Pero, amigo don Quintín.... Este le quitó la palabra: ¿Tendrá con eso lo suficiente para comer, vestir, pagar casa, y subvenir a las necesidades de su familia? No, ¡claro que no!
Efectivamente, Paco Ruiz siempre era el mismo, esto es, siempre era un joven más chistoso que afable y más desvergonzado que chistoso. Pertenecía á una antigua aunque arruinada familia de Vegalora. Para subvenir á sus muchas necesidades no tenía otras rentas que el tresillo, el golfo y el monte, en cuyos juegos, al decir de la villa, era un asombro de habilidad.
Sí, tía, me iré; y no por gusto. ¡Bien sabe Dios cuánto me duele esta separación!... Pero no se aflija usted. Es necesario.... Estoy obligado a.... ¡A vivir con tus tías! exclamó interrumpiéndome. Estoy obligado a subvenir a las necesidades de ustedes. ¿Y no te basta con lo que ganas en la casa de Castro Pérez? ¿Te pedimos algo que no puedas darnos?
Voy a subvenir a todos los gastos de la casa, y acaso este destino será para tu Rorró el principio de una vida laboriosa, sí, muy laboriosa, pero bien retribuida. Ya te digo que no entiendo de cosas de campo; y que no sé de eso ni una jota. Aprenderé todo, aunque, según entiendo, mi ocupación estará en el escritorio. Procuraré ser útil y hasta necesario.
Palabra del Dia
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