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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Los sellos de correo se venden, las cajas de cerillas también... ¿Con qué creen ustedes que he comprado yo el gran lavabo que tenemos en el asilo? Pues juntando cabos de vela y vendiéndolos al peso. El otro día me ofrecieron una petaca de cuero de Rusia. «¿Para qué le sirve eso?» dirán estos señores.
Metamos este mueble en la alcoba». Al punto se cortaron los cabos, y el mástil cayó al mar. Y viendo que arreciaba el fuego, gritó dirigiéndose a un pañolero que se había convertido en cabo de cañón: «Pero Abad, mándales el vino a esos casacones para que nos dejen en paz».
Y la esposa no podía contestar a su suegra cuando le venía con aquellas historias... Con qué cara le diría: «Pues no hay tal modelo, no señora, no hay tal modelo, y cuando yo lo digo, bien sabido me lo tendré». Pensando en esto, pasó Jacinta parte de aquella noche, atando cabos, como ella decía, para ver si de los hechos aislados lograba sacar alguna afirmación.
¡Perdonar! veré si perdono dijo Quevedo adelantando, meditabundo, en la habitación donde le habían dejado encerrado ; ¡esperar! sí... tal vez... espero... espero... he entrado con buena suerte en Madrid... y vamos... sí... yo no creía... me ha puesto de buen humor esta pobre condesa, y he encontrado á ese noble joven por quien únicamente vengo á Madrid. ¡Casualidades! una mujer que puede servirme, un joven á quien tengo el deber de servir, y una carta que no sé lo que contiene, pero que veré leer; y ver leer, cuando se sabe ver, es lo mismo que leer ó mejor... ¡pues bien, mejor! y la tapada que ha acompañado ese valiente Juan... y las estocadas de ese caballero con don Rodrigo Calderón... ¡enredo! ¡enredo! ¡y del enredo dos cabos cogidos! esta misma espera me ayuda; esperemos, pero esperemos pensando.
Recapacitando y atando cabos, Bonis llegó a recordar que Serafina misma le había querido dar a entender, de tiempo atrás ya, que el nacimiento de su hijo, el de Bonis, era cosa que no debía tomarse con calor; el mismísimo Julio Mochi, en cierta carta escrita meses antes desde la Coruña, le hablaba del asunto y de su entusiasmo paternal con una displicencia singular, con palabras detrás de las cuales a él se le antojaba ver sonrisas de compasión y hasta burlonas. Pero, en fin, lo de Serafina y lo de Mochi podían ser celos y temor de perder su amistad y protección. Serafina veía, de fijo, en lo que iba a venir un rival, que acabaría por robarla del todo el corazón de su ex amante, de su buen amigo... «¡Pobre Serafina!». No, no había que temer.
Desde estas explanadas se ve una gran extensión de costa verde moteada de blanco por las «villas» y las poblaciones; los Alpes de color de rosa, los cabos de rocas purpúreas, el azul profundo y denso del Mediterráneo, el azul flúido y suave de un cielo sin nubes.
Contiene su marcha y se purifica contorneando los cabos arenosos, pero se precipita con furia contra los altos ribazos, los mina por la base y se carga nuevamente de materias extrañas. De curva en curva y de una á otra ribera, alterna en su trabajo; deja en la derecha lo que ha tomado en la izquierda: el ritmo de los meandros se completa por el del trabajo.
El autor debe decir, que tal maña se dió Quevedo, que curó á los dos esposos completamente, á él del recuerdo de Dorotea, á ella de sus celos. Atemos los últimos cabos. Don Rodrigo Calderón sanó al fin de su herida, y como era necesario al duque de Lerma, éste se guardó muy bien de mostrarse enojado con don Rodrigo.
Tampoco se olvidaba de colocarse bien sobre la garganta la triple sarta de corales y colgarse de las orejas los pendientes de perlas regalo del capitán y estirar con la punta de los dedos los cabos del pañuelo á fin de que cayesen con gracia sobre las sienes. Mira, Florita... te voy á hacer un regalo, hija mía... pero no se lo digas á nadie siguió el capitán con voz levemente alterada.
Lo guarnecen un sargento, dos cabos y 10 soldados. Tamontaca. En la orilla derecha del brazo S. y á seis millas de la desembocadura; está formado por un recinto amurallado, defendido por tambores de flanqueo, que tiene 30 metros de lado; en su interior está el cuartel, pabellón de Oficial y demás dependencias. Está guarnecido por un Oficial y 20 individuos de tropa.
Palabra del Dia
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