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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Atravesó después un largo corredor, abrió otras dos puertas, y se encontró al fin en un pequeño aposento, en el cual había únicamente una gran mesa cubierta de papeles y legajos en el testero de la mesa, un sillón de terciopelo carmesí, con las armas del duque bordadas; detrás, en la pared, un retrato de cuerpo entero del rey; á los dos lados, contra la pared, dos secreteres de ébano incrustados de plata, nácar y concha, y delante de la mesa, un sillón más modesto, destinado sin duda á un secretario; una magnífica alfombra y algunos excelentes cuadros, completaban el aspecto de aquel aposento, que era el camarín reservado de despacho del secretario universal del rey.

Como toda curiosidad pública vivamente excitada, no se satisfizo aquélla completamente, pues para que Ben-Farding no sufriese con la luz del día la impresión dolorosa de que estaban amenazados unos ojos como los suyos, que tantos años habían estado sepultados en las obscuridades de aquellos subterráneos, habían enratonado o empastelado su persona en un alcartaz o cucurucho de papel de figura piramidal, bordadas en él algunas flores con puntas de alfileres, para que por tan leves hendiduras pudiese respirar aquel loco empapelado.

En una de sus caras, de damasco color grana, estaban bordadas las armas de Carlos V; y en la opuesta, que era de color blanco según unos, o amarillo según otros, se veía pintado el apóstol Santiago en actitud de combate sobre un caballo blanco, con escudo, coraza y casco de plumeros o airones, luciendo cruz roja en el pecho y una espada en la mano derecha.

Dios os haga dichosos... como patriarcas.... San Rafael te acompañe, hija. ¡Quién como , chica!, ¡a Francia en un vuelo! No te olvides de mi abrigo.... ¿Van en el mundo las medias? ¿Confundirás los hilos? Mira que las tiras bordadas no sean de ojales, que de esas ya las hay por acá. Abre bien esos ojazos, míralo todito, ¡y después nos contarás cada cosa!...

Concluidas las banderas, que eran de ricas telas y estaban bordadas con gran primor, fueron entregadas solemnemente á la Milicia Nacional de Sevilla, la cual las recibió con gran estima y aprecio; y cuando llegaron los días difíciles y tristes de 1823, en que las tropas de Angulema invadieron á Sevilla, y los bravos milicianos siguieron á Cádiz los últimos restos del gobierno constitucional, llevando consigo aquel monarca traidor, infame y trapacero, el emblema de unas almas libres en que manos cariñosas y delicadas habían trabajado ondeó en el Trocadero á la vista de los soldados de la Santa Alianza.

Le suponen grandes amores en el viejo mundo, relaciones con duquesas, princesas o ¡qué se yo más!... En fin, con damas que llevan coronas bordadas hasta en las ropas más interiores, lo mismo que las heroínas de ciertas novelas. ¡Figúrese qué bocado magnífico y tentador para nuestra hermosa tigresa! Fernando rio de este prestigio novelesco que le suponía su amigo.

Entré en la litera, y cerrando las cortinas de seda escarlata bordadas de oro, escoltado por los cosacos, penetré en la vieja Pekín, por su puerta babélica, en medio de una turba tumultuosa, entre carretas, caballeros mongólicos armados de flechas, bonzos de túnica blanca, marchando uno a uno, y largas filas de dromedarios balanceando cadenciosamente su carga. Al poco rato la litera se paró.

Y después de depositar otro beso, por propia iniciativa, en la frente de Ana, salió de la alcoba con la palmatoria en la diestra mano; con la izquierda levantó el cortinaje granate; volviose, saludó a su esposa con una sonrisa, y con majestuoso paso, no obstante calzar bordadas zapatillas, se restituyó a su habitación que estaba al otro extremo del caserón de los Ozores.

Como el viento les era contrario, pasamos un buen rato observando las habilísimas maniobras, las maravillosas bordadas que hacían para ganar terreno, aproximándose al vapor.

En la sala no había nadie; pero saliendo de una alcoba se escuchaba una voz vibrante y acentuada que al parecer leía, y de tiempo en tiempo una voz juvenil y fresca, incitante voz de mujer, que se reía de la mejor gana del mundo. El bufón adelantó y levantó una de las cortinas bordadas que cubrían la puerta de la alcoba.

Palabra del Dia

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