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Actualizado: 3 de junio de 2025
Ciérrense esas rejas al punto, y vamos a trabajar y a rezar... Inés, te lo repito, respira tranquilamente. Con tal que no vuelva a repetirse... Oyéronse voces de las muchachas, que si no de alegría y completa bonanza, indicaban que el temporal iba pasando. D. Diego me dijo: Vámonos, no sea que mi madre quiera salir por aquí y nos sorprenda. Nos apartamos de allí. ¿Qué te parece lo que hemos oído?
Al principio del auto aparecen las Almas, como mujeres vestidas de blanco; la Memoria, en forma de mancebo bello y robusto, y la Voluntad, con traje de labradora. Llegada es ya la ocasión De mi nueva embarcación A la gloriosa ciudad De la celestial Sión. Esta es la playa arenosa De corporal juventud; Buscar es cosa forzosa Nave, en que nuestra salud Corra bonanza dichosa.
Los gritos y alaridos mensageros Allí son de una nave á otra enviados, Y cada cual socorro demandaba, Que igual era el dolor que se pasaba. Librónos nuestro Dios de aquel tormento, De aquel trance y dolor tan doloroso, Desistiendo el feroz y crudo viento, Y viniendo bonanza con reposo.
Uno dijera, Descálzame aquí, diablo: de improviso Un diablo de la bota le tiraba, Y la pierna á las vueltas le arrancaba. Al Armada volviendo: habia quedado La Capitana en seco, y sin antena, Sin árbol, que ya dije fué cortado Un dia de bonanza con mar llena: Por el consejo, y órden y mandado De Juan Ortiz, zaborda en el arena; Y así, quedando hecha fortaleza, La gente sale á tierra sin pereza.
Pero ¡ay! así amé a Matilde, y aunque no había muerto en mi memoria, y aun vivía en mí su recuerdo dulcísimo, ya no era ¡ay! para el pobre mancebo, que le había jurado amor eterno, el ángel benéfico que a todas partes le seguía, que señoreado de su espíritu fué luz en todas las tinieblas, rumor de fuente en la soledad, iris de bonanza que anuncia, a través del nublado, que la tormenta se aleja, que ha cesado la tempestad.
La blanca aurora rompe el denso velo Que sobre sus espaldas se ve ondear, Cual tú, graciosa, al despertar apartas El pelo de oro que robó tu faz. En sus ondas azules se reflejan Del cielo la bonanza y tempestad, Cual tus ojos azules reproducen De otros ojos la sombra y claridad.
Por torpe que sea, ya debo comprender los signos de bonanza y tempestad manifestó tristemente. ¿Por qué ocultarme tus penas? ¿Te da vergüenza que yo las sepa? No debes tenerla... Ya ves, las mías las sabe todo el mundo, y por eso no me abochorno. El amar no ha sido jamás delito... ¿Temes hacerme sufrir demasiado mostrándome los estragos de tu pasión? Desecha ese temor.
La justificación alegada por Calvat no dejaba de ser fundada, y, además, llevaba al alma atormentada del pintor algunos fulgores de bonanza. ¡Bueno, pase!... pero te prevengo que en lo sucesivo no quiero oír ni una sola palabra reticente acerca de mi mujer... ¡ya lo sabes!
Alguna tempestad producida por un concertado gallego o por alguna oración de infinitivo revesada y de tres bemoles. El granuja sonrió al mirarme, viendo en mí el iris de la suspirada bonanza. ¡Pase usté! me dijo. ¿El señor maestro?... ¡Pase usté! Y me colé por la puertecilla del cancel. Ruido de la chiquillería que se ponía en pie. Movimiento de sorpresa en el dómine....
Finalmente, se resolvió en que no se entrase por las dichas galeras, las cuales, demás que fueron las que trujeron el armada del turco, estaban de manera que los turcos dellas no se acordaban de otra cosa sino de salvar sus personas á nado, y hubo muchos que entregaron su dinero á los cristianos que estaban á la cadena, como se ha sabido de hartos que han escapado y rescatado después acá, de los cuales se tomaba lengua, y tomada sitiábamos á Dragut en los Gelves y todas sus fuerzas, las cuales no podían salir en ninguna manera, ya que su persona saliera de noche en una barca, y se tomaban asimismo las dos galeras con más de 60 ó 70.000 escudos que tenía Dragut embarcados de la composición que había hecho en los Gelves aquellos días; y si quisiéramos saltar en tierra era de tener por muy cierta la victoria, por ser antes que nos faltase la mucha gente que se nos murió en el Seco del Palo, y porque la isla estaba mal con él, á lo menos la mitad della que se volviera en nuestro favor, y cuando quisiéramos pasar con aquella bonanza, que duró siete ú ocho días, le podíamos sitiar con tomalle la Cántara y las dos galeras y los más bajeles que hubiera por la costa alrededor de la isla, en un día, y dejar cuatro galeras de una parte y cuatro de otra, y irnos á Trípol y tomarlo sin muerte de un hombre, porque lo había dejado Dragut con solos 400 turcos poco más ó menos, viejos, cojos y mancos.
Palabra del Dia
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