Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de junio de 2025
«Pues sí, gobernador de mi provincia. Quiero ver cómo arreglo aquello. Usted no tiene que entenderse más que conmigo. El Ministro me da vara alta». Señor director balbució Rubín , disponga usted de mí. Pues será usted incluido en la combinación que va mañana a la firma del Rey. Ya hablaremos, y le contaré a usted de cómo está aquello. Creo que iremos bien.
Impresionado por su acento, el joven experimentó una vaga inquietud. ¿Había su tía adivinado su secreto? ¿Desaprobaba su conducta? ¿Tienes algo que reprocharme, tía Liette? balbució confuso. Liette hizo un gesto de orgullo. ¿A ti? No, hijo mío; mis razones son enteramente personales. No me las preguntes... por el momento. Asombrado, Carlos se inclinó discretamente.
Al fin balbució: Las cartas no mienten nunca, hijo... Habrá sido culpa mía el no haberlas entendido. ¡Lo que anunciaba no era mi matrimonio, sino el de Frasquito! exclamó riendo.
Se puso muy colorada cuando Segismundo le dijo esto: «Doña Lupe me ha dado un recadito para usted. Me ha encargado decirle si quiere que le avise a D. Francisco de Quevedo... Es hombre que sabe su obligación; muy cuidadoso y muy hábil...». No sé, veremos... lo pensaré... todavía... balbució ella cortadísima, bajando los ojos. ¿Cómo todavía? Me ha dicho doña Lupe que será en Marzo.
Os he comprendido. Mientras Marta no sea para mí más que una sirvienta, tiene que sonrojarse de su amor; pero así que tenga la certidumbre de ser mi mujer, tendrá, por el contrario, mil razones para estar orgullosa de mi amistad. ¿No es ése vuestro modo de pensar? Sí, sí balbució Catalina estremeciéndose . Pero, ¿acaso queréis proponerle el matrimonio tan pronto, mañana mismo?
Cuando me levanté, vi que Roberto había salido del cuarto. Marta me esperaba con los ojos brillantes de impaciencia y de inquietud: quería saber que yo admiraba a su hijo. ¿No es verdad que es lindo? balbució, alzando hacia mí sus débiles brazos.
El mozo tragó la saliva con alguna dificultad, y balbució unas, entrecortadas frases de consuelo; estaba emocionado y torpe. Le miró el enfermo con cariño, y tomándole las manos cordialmente, le dijo: Vamos, hay que ser hombres de veras; yo he andado, hijo mío, temerosos caminos sin temblar, y es preciso que no me acobarde en el anhelo de este último que voy a emprender.
Bueno... habla, mas sea lo que sea aquello que vas a decirme, no alteraré en un punto mi resolución... Entonces, te encuentras decidida a causar la desdicha de un dignísimo caballero... Me refiero al marqués de Pierrepont, quien denodadamente pide tu mano. Beatriz clavó en los ojos de su amiga una mirada fija, extraña, sombría, mezcla de sorpresa y desvarío. ¡Dios mío! balbució en sorda voz.
Parecía que estaba dormida; pero a la blanda voz de su amigo abrió los ojos, y, mirándole con inquieta expresión, balbució: ¿Eres tú?... ¡Cuánto has tardado! Pero ya no me voy sin ti dijo él, enérgico y amoroso . Aunque tú no quieras, te llevo ahora mismo. Parecía que quería clavarla sus palabras en el corazón, mientras la pulsaba con ansiedad devoradora.
Al fin me armé de valor y entré muy suavemente en su cuarto. La encontré arrodillada junto a la cama, con el rostro oculto en la almohada, y parecía orar. Me quedé inmóvil en el umbral, pues no me atrevía a perturbarla. Al fin, se volvió y al verme se levantó estremeciéndose. ¿Qué quieres? balbució. Yo me colgué de ella y mis sollozos habrían enternecido a un corazón de piedra.
Palabra del Dia
Otros Mirando