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Actualizado: 15 de junio de 2025


¡Pobrecito mío!... ¡No pongas esa cara! Ten un poco de paciencia. Mañana; te juro que será mañana. Ella, que en otro tiempo había arrostrado con tranquilo impudor las más atroces murmuraciones, dudó y balbuceó al hablar del día siguiente. Parecía una jovencita luchando entre su amor y el miedo á perder su porvenir social.

¡Busquémosla, preguntemos por ella ... en la casa ...¡Ah! ¡Bobart!... ¡Apoderémonos de Bobart! Cayeron sobre el abogado, que con aire inocente saboreaba un helado, sentado en un mullido sillón, y allí, sin levantarla voz, pero con miradas muy expresivas, preguntaron: Bobart, ¿qué es de la señorita Guichard? Pues lo ignoro, balbuceó el abogado, levantándose para escapar á las preguntas.

En lugar de aceptar la mano que le tendía, se levantó con un gesto lleno de dignidad y de dolor, que puso además de relieve toda la opulencia de su cuerpo, y se dirigió hacia la puerta sin volver la cabeza, como una reina ultrajada por el último de sus súbditos. El viejo cayó en el lazo. Corrió hacia ella y balbuceó algunas palabras de excusa.

Entró en el jardín por una abertura de la cerca, se aproximó a una pequeña ventana, golpeó en ella misteriosamente y dijo con la voz pegada a los vidrios: ¡Catalina! ¡Catalina! Abrióse la puerta. ¿Sois vos, Marta? dijo la mujer del guardabosque, sorprendida ¡Dios mío! ¡y todavía es de noche! ¿Qué es lo que os pasa? Apresuraos, venid pronto; tengo que hablaros en seguida balbuceó el aya.

Le avisaba el corazón «una gran tarde». Tenía entre ojos á un croupier que empezaba su servicio á las tres y media. Conocía su modo de tirar la bola. Cada uno tiene su especialidad: unos son de mano larga; otros de mano corta. Este la hacía caer con frecuencia en el 17: su número. Novoa se fué detrás de él, pero con menos franqueza. Balbuceó ruborosamente al despedirse del príncipe.

Imposibilitado de encontrar motivo para la exaltación de su ídolo y de comprender su carácter, no sabía qué actitud tomar. Balbuceó, resolló, se puso grave, galante, tierno, pero de un modo tan necio e incomprensible que Lady Clara experimentó la dolorosa duda de que estuviese en su perfecto juicio.

Le diré á usted, balbuceó, como Capitan Tiago estaba malo y ademas tenía que concluir con el Mata... Hizo usted bien en no ir, dijo el profesor; pero ¿usted forma parte de la asociacion de estudiantes? Doy mi cuota... Pues entonces, un consejo: retírese ahora mismo y destruya cuantos papeles tenga que le puedan comprometer. Basilio se encogió de hombros.

En efecto balbuceó haciendo un esfuerzo, aquí está también la firma de... ese caballero. Se calló, mirando atontada el papel, que conservaba en su mano temblorosa; don Raimundo, apoyado en el bastón, la chistera sobre las rodillas, esperaba.

En efecto, uno de ellos estaba roto, otro estropeado por el agua irreparablemente, y sobre el último una mancha de sangre extendía su fatídico contorno. No parece gran cosa, en verdad balbuceó Federico tristemente. Pero es lo mejor que hemos podido hacer. Recíbelos, viejo, y pónselos en sus zapatos, y dile... dile... dile, sabes... me rueda la cabeza. El viejo tomolo en sus brazos.

Yo no me atrevía balbuceó la señora . No me gusta molestar a nadie con mis cosas. Pero esta buena señorita me ha dicho quién es usted; que usted fue grande amigo de su papá y que sabe mucho... y las personas que saben mucho son siempre atentas con las que nada saben. Así era mi finado el doctor.

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