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Después pidió que le prestaran un pañuelo, y como por casualidad me encontraba yo más cerca de él le ofrecí el mío. Tomolo en sus manos y extendiolo abierto en el suelo, desplegó sobre él un gran cuadro de seda, y sobre éste, de nuevo, un gran chal, que cubría casi todo el terreno libre.

Tomólo y agradeciólo el cabrero; bebió y sosegóse, y luego dijo: -No querría que por haber yo hablado con esta alimaña tan en seso, me tuviesen vuestras mercedes por hombre simple; que en verdad que no carecen de misterio las palabras que le dije. Rústico soy, pero no tanto que no entienda cómo se ha de tratar con los hombres y con las bestias.

Julián levantó el pie muy asustado, y el marqués se bajó recogiendo del suelo un libro delgadísimo, encuadernado en badana verde, del cual pendía rodado sello de plomo. Tomólo Julián con respeto, y al abrirlo, sobre la primera hoja de vitela, se destacó una soberbia miniatura heráldica, de colores vivos y frescos a despecho de los años. ¡Una ejecutoria de nobleza! declaró el señorito gravemente.

La marquesa pidió un crucifijo, y poniéndoselo delante, díjole que hiciera ante él examen de conciencia, en tanto que llegaba el padre; tomólo Diógenes con ambas manos y besólo devotamente, mas dejólo caer a poco sobre la colcha, llorando desconsolado. ¡Si no , María!... ¡Si no me acuerdo!... No te apures, hombre, yo te enseñaré en un momento...

Tomólo tu madre de memoria, y yo lo fijé en la mía para si sucediese tiempo de poderlo decir a alguno de vosotros; y para poder conoceros, a todos los perros que veo de tu color los llamo con el nombre de tu madre, no por pensar que los perros han de saber el nombre, sino por ver si respondían a ser llamados tan diferentemente como se llaman los otros perros.

Justamente éste acababa de recitar el conjuro que le había enseñado María-Manuela. Al oir el golpe de la puerta, no imaginando que fuese la suya, sino la del vecino, tomólo por feliz agüero que venía á coronar la escena amorosa que acababa de pasar. Una sonrisa de beatitud dilató su rostro y quedó plácidamente dormido.

De pronto su mano convulsa rozó las cuentas del rosario de Fray Antonio que colgaba de la faltriquera, e inspirado por el Infierno, tomolo sin vacilar, rompiolo con los dientes junto al crucifijo, dejó caer algunas cuentas, y envolviéndolo al cuello de Beatriz, tiró con ambas manos, tiró en uno y otro sentido, hasta apretar, por fin, sobre aquella delicada garganta, un nudo terrible.

Tomolo Rosalía con ansia y se alegró de poseer lo bastante para cumplir con Torres y con Sobrino, conservando un resto para atencioncillas de poco más o menos. «No cómo agradecerle a usted... dijo con vehemencia a su insigne amiga, estrechándole las manos . Pronto volverá todo a casa, pues no me gusta que mis alhajas hagan estas excursiones; y sólo por una gran necesidad...».

Porque en las raras ocasiones en que se había entibiado para él el favor de su majestad, si bien es cierto que nunca el rey le había hecho hacer antesala ó antecámara, le había hecho hacer cámara. Tomólo primero su orgullo á casualidad: pero pasó un cuarto de hora, y esto era ya mucho; pasó media hora, y esto era ya demasiado.

Miguel quedó un poco cortado ante aquel examen, y le pesó de haber aconsejado a la generala su traslado. Después procuró captarse su amistad; tomolo de los brazos de aquélla, y lo sentó sobre sus rodillas; le acarició suavemente sus cabellos ensortijados y le dio un beso sonoro en la mejilla. ¿Me quieres? le preguntó con voz melosa. El niño le miró fijamente con ojos serenos y graves.