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Actualizado: 14 de julio de 2025
No sólo los tumbaba a ellos, sino también las mesas y los armarios, haciendo mayor destrozo que un terremoto. Cuando se cansó de sacudirles la badana, salió muy tranquilo a la calle riendo.
Quevedo levantó el pie y le puso sobre una pequeña mesa, que entonces y mucho después servía de estribo á los empinadísimos coches de nuestros abuelos. Y se entró en el coche. Pues no, este coche no es suyo dijo Quevedo palpando la badana usada de los asientos . Cállome y veamos. Pero la mujer que en el coche estaba no habló.
Pero ¿le ha dado a usted más golpes? Me ha sacudido un poco la badana respondió riendo candorosamente. Es cuestión de árnica y reposo... Yo creo que no me viene mal. Estaba demasiado apoltronado... Desde hace algún tiempo todos los días me convidan a callos... Voy engordando demasiado, ¿no te parece? Despidiose el P. Gil a la puerta de su casa y siguió caminando con pie más ligero hacia la suya.
La puerta abriose de pronto, y Pablillos, vestido de viejo traje color de badana, entró de un salto en la cuadra, sosteniendo en sus brazos un cesto de mimbre repleto de alubias, nabos, cebollas, longanizas y uñas de vaca; una codorniz dejaba colgar hacia afuera su cabecita muerta. ¿Cómo hubiste esas provisiones, muchacho? preguntole Ramiro con sequedad, sospechando alguna trapacería.
Charlan, se ríen a más y mejor. ¡Es tan divertido ver zurrarle la badana a un judío!... En medio de la zambra y del humo, me acerco despacio a la puerta; siento deseos de ir a rondar un poco por la judería, para saber qué impresión ha producido a los correligionarios del Iscariote la afrenta hecha a su hermano... Venga a comer esta tarde, señor me grita el bueno de Sid'Omar.
Sobre un sofá de rica badana japonesa, hundido todo y despellejado, había en lugar preferente, una gran fotografía del príncipe Alfonso, con el uniforme de escolar del colegio de María Teresa, y esta dedicatoria, escrita de puño y letra del futuro monarca: «Al leal marqués de Butrón, modelo de caballeros. Recuerdo del 2 de diciembre de 1870.
Por más que Isidora reconociera la importancia moral de aquella casa, no podía remediar que le fueran antipáticos el establecimiento, la tienda, llena de feísimos objetos, la trastienda donde trabajaban Rafael y sus oficiales, y la vivienda toda, honrada, virtuosísima, modelo de dignidad, de laboriosidad y de cristianismo, pero impregnada de un cierto olor de badana cruda, con malas luces y ruidos de taller.
Los sacan chorreando. Los limpian con sal de potasa. Los tienen al calor sobre láminas de hierro caliente. Los secan bien en tinas de aserrín. Los bruñen en la máquina de cepillar. Con la badana les sacan brillo. Y nos los mandan a la casa, blancos como la luz, en su caja de terciopelo o de seda. La muñeca negra
Yo con mil reales seré más rico siempre que tú con mil duros; porque sé gastarlos. Calderón gruñó algunas protestas y siguió trabajando. El duque, sin quitarse el sombrero, dejóse caer en la única butaca que allí había forrada de badana blanca, o que debió de ser blanca.
Gorito Sardona saltó frente a la puerta, sobre un puff de badana japonesa, y cogiendo a guisa de sombrero una de las bandejas del té, de cincelada plata antigua, se descubrió ante la dama lentamente, tieso, sin mover la cabeza, extendiendo el brazo hasta formar con el cuerpo ángulo recto, como solía saludar por todas partes el rey don Amadeo.
Palabra del Dia
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